Desde el lanzamiento del primer satélite en 1957, el espacio cercano a la Tierra se ha llenado de una gran cantidad de objetos obsoletos conocidos como basura espacial. Estos objetos, que incluyen satélites inactivos, fragmentos de lanzaderas e incluso herramientas perdidas por astronautas, representan una amenaza cada vez mayor para la navegación espacial. "Nos referimos a la basura espacial como todos aquellos objetos que han sido creados por el hombre y que están orbitando en torno a la Tierra", explica el catedrático Juan Félix San Juan, de la Universidad de La Rioja, en una entrevista en el programa Nits de ràdio de Onda Cero Catalunya.
El problema de la basura espacial no solo radica en su cantidad, sino en la velocidad a la que estos objetos orbitan. Aunque muchos de estos fragmentos se desintegran al entrar en contacto con la atmósfera terrestre, otros siguen orbitando, lo que puede provocar colisiones con satélites activos o estaciones espaciales. "Un pequeño objeto del tamaño de una tuerca puede o dañarlo gravemente o destruirlo", advierte San Juan, destacando los peligros que suponen incluso las piezas más pequeñas.
Desde los años 50, se han realizado más de 6.500 lanzamientos de cohetes, colocando en órbita unos 19.000 satélites, de los cuales aún siguen funcionando unos 10.000. Sin embargo, el resto, junto con fragmentos de colisiones, genera una nube peligrosa de objetos que compiten por las mismas trayectorias. "La posibilidad de encontrarse es muy alta", señala el experto, comparando la situación con los anillos de Saturno.
El futuro, según el científico de la NASA Donald Kessler, podría ser aún más sombrío. Su teoría predice que si la densidad de satélites sigue creciendo, el riesgo de colisiones en cadena aumentará, lo que podría hacer inutilizable el espacio cercano a la Tierra para nuevas misiones espaciales. Esto, sumado a la creciente dependencia de la humanidad de los satélites para comunicaciones, Internet y navegación, genera preocupación. "Al final tendríamos una envolvente de polvo o de restos que impedirían que cualquier objeto saliese de la Tierra", añade San Juan.
En cuanto a las posibles soluciones, actualmente se investigan métodos para limpiar el espacio, aunque muchos de ellos suenan a ciencia ficción. Desde arpones hasta rayos láser, las propuestas están aún en fase experimental y no son viables en la práctica. "Las soluciones activas distan mucho de ser comunes actualmente", explica el Catedrático de la Universidad de la Rioja. Mientras tanto, la estrategia más utilizada es la monitorización: mantener un catálogo detallado de los objetos en órbita para predecir posibles colisiones y maniobras. Éste es precisamente el proyecto en el que trabaja Juan Félix San Juan en colaboración con diferentes centros espaciales internacionales.
Aunque los avances son lentos, hay esfuerzos a nivel global por regular el lanzamiento y la gestión de satélites, imponiendo leyes que buscan mitigar el problema a largo plazo. Sin embargo, como apunta el experto, aún queda un largo camino por recorrer: "Las soluciones activas todavía tienen que pasar bastante tiempo para que puedan ser eficientes". Mientras tanto, el espacio cercano a la Tierra sigue acumulando basura, un caos invisible que pone en riesgo nuestras comunicaciones y futuras exploraciones.