Visitar el Museu Marítim de Barcelona es una parada obligatoria si se viaja a la capital catalana pero también vale la pena pasear por su muro. Ahí encontramos 16 argollas de metal que antiguamente sirvieron para atar a los caballos y mulas del ejército. Y es que Drassanes albergó desde el S.XVIII el parque y maestranza de artillería.
La zona de las Drassanes era la entrada y salida de la ciudad para los militares acuartelados en los antiguos astilleros medievales, por lo que usaban las argollas para amarar a sus animales.