Más allá de la biología, la sexualidad ha comportado siempre una enorme carga de poder social. Por supuesto, la antigua Roma no fue una excepción en su tratamiento del sexo, y conocer mejor cómo los romanos concebían el cuerpo y el deseo, cómo entendían la reproducción y el matrimonio o cómo usaban la sexualidad nos ayuda a entender mejor su sociedad, pero también la nuestra.
La autora de ‘Soror. Mujeres en Roma’, Patricia González Gutiérrez, nos presenta ahora ‘Cunnus. Sexo y poder en Roma’, un ensayo dedicado al sexo en la antigua Roma y a entender el poder de las mujeres romanas, “sobre el que hay una imagen distorsionada”, asegura González.
Y es que “el consentimiento y las etiquetas son unos conceptos muy recientes” asegura la autora, que explica que “la orientación sexual para los romanos no era una cuestión de heterosexualidad, bisexualidad u homosexualidad, la cuestión era que quien fuera superior podía hacer lo que quisiera con quien fuera inferior”.
Todos tenemos en la cabeza los tópicos del sexo, pero eran conceptos que un niño y una niña de la antigua Roma veían desde pequeños y de una forma terrible. “A las niñas las casaban a los 12 años y a los esclavos los empezaban a utilizar sexualmente a los 5 o 6 años”.
Debemos remontarnos a 1976, cuando el filósofo Michel Foucault acuñó el término biopolítica o biopoder para referirse a la práctica de "explotar numerosas y diversas técnicas para subyugar los cuerpos y controlar la población". Un concepto que nos ayuda a entender cómo era la sociedad romana y por qué “las mujeres no eran dueñas de su propio cuerpo”. Ese control “sigue existiendo, pero de forma más sutil”.
Leer sobre historia y estudiarla sirve para tener unos conocimientos de “cultura general”, pero si nos fijamos en los clásicos son todo hombres “porque eran personas con unos intereses particulares, que se han transmitido hasta hoy”.
Así, existen relatos como ‘Yo, Claudio’, llevado a una serie de televisión, en la que “nadie se ha cuestionado nada de lo que cuenta”. Por eso, creemos que “Livia era una manipuladora o Mesalina competía en un burdel para ver quién se acostaba con más hombres”, explica González. “Lo que no se cuenta es que Mesalina, esposa de Claudio, tenía 30 años menos que él y que, además, su matrimonio fue un juego político”. Eso cambia las cosas.
“Las mujeres de esa época, en general, han sido terriblemente maltratadas”. Cleopatra, Julia Agripina o Mesalina son ejemplos de poder bastante tergiversados. “Se decía que eran hombres a medio cocer porque no se habían calentado lo suficiente en el vientre materno, una especie de horno, y que salieron defectuosas”.
Pero no solo las mujeres. Julio César, Augusto o Marco Antonio fueron fuertemente criticados “por su pasividad”. Un tema que no ha interesado y del que hasta ahora no se ha empezado hablar.