Con una infancia y juventud marcada por una familia tóxica y el constante desprecio de su propio padre, el gran conquistador libró su peor batalla contra sí mismo.
Cuando Alejandro tenía solo 20 años, su padre, Filipo II, fue asesinado y él ascendió al trono de Macedonia. A partir de entonces, se lanzó a una serie de campañas militares que lo llevaron a conquistar un vasto imperio que se extendía desde Grecia hasta Egipto, Persia e incluso partes de la India.
La figura de Alejandro Magno ha fascinado a historiadores y escritores a lo largo de los siglos, convirtiéndose en un símbolo de ambición, audacia y conquista en la historia universal. Su legado ha perdurado hasta nuestros días, y su influencia se puede sentir en diversos campos, desde la política hasta el arte y la cultura.