El proyecto “Canya a la Canya”, coordinado por el Consorci de La Ribera y la Fundación Limne, ha hecho balance de los daños de la DANA sobre las actuaciones del programa, un ambicioso proyecto enmarcado en la Estrategia Nacional de Restauración de Ríos y que tiene por objeto la conservación y mejora de cerca de tramos urbanos a lo largo de 75 km del río Xúquer, entre las poblaciones de Sumacàrcer y Cullera.
El proyecto viene realizando, desde 2022, numerosas actuaciones de retirada de caña invasora en los márgenes de los municipios implicados, mediante estrategias de restauración fluvial en las que se aplica un balance entre restauración y gestión del riesgo de inundación.
La DANA de hace un mes afectó a las actividades aún no finalizadas, encaminadas de una u otra manera a la retirada de especies invasoras, pero también a la recuperación de espacios fluviales o la eliminación de barreras y obstáculos longitudinales y transversales dentro del Dominio Público Hidráulico. Y es que ampliar la capacidad hidráulica de algunos tramos de cauce fue uno de los objetivos iniciales del proyecto, adecuando terrenos anejos al río para un mejor desagüe en caso de avenidas extraordinarias.
Las entidades y administraciones implicadas en el proyecto reafirman la necesidad de seguir adelante con la gestión de las plantas colonizadoras y de mal comportamiento hidráulico, como la caña común (Arundo donax), que acaban cegando el río o que acaban por generar otros muchos problemas. «La caña es una especie invasora que genera graves problemas en las márgenes del río, al crear una barrera que concentra la energía del flujo dentro del cauce, lo que puede conllevar un exceso de erosión y un desmoronamiento de las orillas durante las crecidas». «En el transcurso de eventos catastróficos como la DANA, las cañas son rápidamente arrancadas y pueden acumularse formando represas, taponando puentes e impidiendo el correcto funcionamiento de estructuras, generando graves problemas que se mitigarían con un bosque de ribera autóctono en mejores condiciones y, evidentemente, dando más espacio al río, respetando la llanura de inundación».
Los mapas de inundación y peligrosidad son claros: el riesgo aumenta cuando el crecimiento urbano compromete el drenaje natural y, por otra parte, aumentar la cobertura impermeable reduce la capacidad de infiltración del terreno. Las cuencas afectadas presentan un alto grado de impermeabilización y un gran desarrollo urbanístico dentro de la llanura inundable, que obstruyó y concentró el caudal en zonas donde el agua debería dispersarse de forma natural, aumentando la peligrosidad de la riada y su grado de devastación.
Tras la valoración de los daños sobre los tramos de actuación, “Canya a la canya” reemprenderá su cronograma y seguirá adelante con las acciones pautadas del proyecto, como la transformación de zonas de cultivo abandonadas como espacio fluvial de desagüe, la estabilización de márgenes y la lucha contra la presencia de cañas, si bien matizan que destinarán una serie de acciones e intervenciones destinadas a afianzar la participación ciudadana, esto es, implicar a la vecindad de las zonas de actuación en procesos de decisión sobre las acciones que se llevan a cabo o generar debate sobre la actual ordenación territorial.
En Más de Uno La Ribera hemos hablado con el director técnico del proyecto, José Torres.