Me emocionan las historias de superación. Esas luchas ante la adversidad de aquellos que aprenden sortear las dificultades con tesón y resiliencia. Sobre todo, porque vivimos en la sociedad de los oportunistas, la de los vagos con exigencias, la de los trepas, la de quienes sueñan con jubilarse antes de comenzar a trabajar, o los que aspiran a la efímera fama de los likes como improvisado plan de vida. No está de moda el esfuerzo, ni su reconocimiento. Muchos han crecido mamando idioteces y ven en un influencer el horizonte de sus aspiraciones, sin más. Es por ello que me admiran las personas como Àlex Vidal, hechos a sí mismos, sabedores de la importancia de hacer las cosas bien, desde lo pequeño, aunque a veces se tenga la sensación de que importas a bien pocos.
No es fácil triunfar desde el anonimato, tan solo con empeño, talento y fogones. No es fácil el mundo de la gastronomía. Sobre todo, porque hay mucho con quien competir. No es fácil hacerlo bien y, mucho menos, hacerlo muy bien. No es fácil triunfar alejado de los focos y en una localidad pequeña, casi inexistente para el mundo, pero decididamente la tuya, donde has nacido y a donde te gusta pertenecer: tu origen. Dicen que nadie es profeta en su tierra, pero ojalá que Carcaixent acierte en reconocer el éxito a los suyos.
Por si alguien a estas alturas del partido no lo sabe, el restaurante Origen de Àlex Vidal acaba de obtener su primera estrella Michelin, el galardón más codiciado por cualquier restaurante que luche por la excelencia. No solo lo obtiene contra viento y marea para auparse al Olimpo de unos poquísimos y selectos privilegiados, sino que lo hace desde Carcaixent, a donde decidió regresar para iniciar esta aventura después de trabajar en diferentes cocinas del mundo: Singapur, México, Austria, Reino Unido y algunos rincones de España. El sueño del restaurante Origen no solo surge de la nostalgia de volver a la terreta, sino también del deseo de triunfar exaltando lo propio. Es por ello que, parte de su mérito, radica en apostar por los productos locales, los de su comarca.
Creo que el sueño de Álex Vidal puede ser inspiración para muchos jóvenes. El esfuerzo y el talento unidos obran grandes logros. Solo es cuestión de no olvidar que el éxito requiere tiempo, mucho tiempo, como cuando Álex dedica horas al fuego lento. Tiempo y discernimiento para aceptar no el todo vale para conseguir las cosas. El éxito no hay que salir a buscarlo desesperados, sino esperarlo agradecidos después de hacer tu tarea con excelencia, como si el mundo se redujese a un pequeño fogón que él ha elegido.