Empezar un nuevo curso siempre es constatar que el tiempo no se detiene, que, aunque las generaciones pasan, tú no continúas teniendo la misma edad. Los docentes a veces tenemos la sensación de que los años no pasan para nosotros, pero el tiempo es como una bola de nieve que un día te sepulta completamente. Quienes llevamos muchos años de docencia, bien sabemos que los niños y los jóvenes van cambiando cada lustro. Son pequeños matices, pero en el aula se nota. Podríamos decir que la escuela siempre será la escuela, pero los alumnos nunca son los mismos.
Este inicio de curso me ha hecho reflexionar sobre los niños y los adolescentes de padres separados, y sobre la necesidad de los centros educativos de contactar con ambos progenitores, porque nunca sabes dónde surgirá el conflicto, el problema o la denuncia. Evidentemente, no todos los hijos de padres separados sufren a unos progenitores que optan por utilizarlos como carnaza para liberar su odio y su desprecio hacia su expareja. Por supuesto que esto no siempre es así, pero hay muchos más casos de los que cabría esperar y los menores se convierten en un campo de batalla, en parte de un litigio que amarga la vida de sus hijos. Ellos lo sufren en silencio, pero las heridas ahí quedan, ese daño silencioso fruto de una sociedad que prefiere adoptar perros y gatos que tener hijos. Y cuando lo hacen, no siempre el resultado es bueno, o al menos no como nuestros hijos merecerían.
Hace tiempo que siento que estoy pasado de moda y que mi discurso ya no encaja con el mundo de hoy. Cada momento tiene lo suyo, pero venimos de una época donde el patriarcado mantenía los noviazgos, las parejas se conocían y se casaban para vivir juntas después de meses o años de reflexión sobre lo que iba a suceder. Ahora todo es diferente, ahora todo es de quita y pon, y a la primera de cambio me voy a vivir con mi pareja, y luego con otra y hasta que el amor se acabe, que puede ser en el momento menos pensado. Cuesta conocerse, cuesta comprometerse y cuesta la fidelidad, todas lacras del patriarcado. Según el Instituto de Política Familiar, cada 5 minutos se rompe una pareja en España y a nosotros nos parece del todo normal, pero cuando un adolescente se abre a la confianza suele decirte que una de las cosas que más les duelen es la separación de sus padres.
Las heridas y el dolor pasarán, pero las cicatrices dejarán huella en nuestra sociedad. Todo ha cambiado en la escuela. No todo es multiculturalidad, también hay protocolos para prevenir el suicidio, tal como lo digo, y alumnos que sufren en silencio las grietas de una sociedad materialista, pero que se derrumba.