Casi se acaba el año y tengo la sensación de que estamos algo cansados de conflictos y enfrentamientos. La Navidad es una oportunidad para sacar de nosotros mismos lo mejor, intentando tender puentes con los demás, la mejor forma de hacer honor al verdadero espíritu navideño. Quizás sea por ello que el polémico y controvertido ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, el señor Óscar Puente, haya decido ponerse en marcha y situarse como uno de los miembros del gobierno más valorados. Su gestión en la reactivación de las vías de comunicación de la Comunidad Valenciana tras la DANA ha sido efectiva, rápida y muy aplaudida por los ciudadanos. Desde mi punto de vista, siento que nos sentimos satisfechos cuando observamos con claridad que la ideología no es la que gobierna, sino la eficiencia y las acciones exentas de demagogia. ¿Quién lo hubiera dicho de Óscar Puente? Pues sí, la magia de la Navidad ha podido con el gruñón de la clase. ¿Cuánto daríamos por que sucediera lo mismo con nuestro presi?
Sin embargo, ahí lo tenemos a él, metido en todos los fregados judiciales y políticos habidos y por haber, campeón en el cuadrilátero de la resistencia, nuevamente tirando de manual de demagogia, ideología y confrontación. Para ello, nada mejor que sacar su tema estrella de paseo, ese leitmotiv que exista a los más radicales de los suyos: la guerra civil y Franco. Ahora toca celebrar a lo grande los 50 años de su muerte y, no se extrañen, si promueve que la Inteligencia Artificial lo resucite. Sánchez no busca puentes como su ministro, qué duda cabe, sino más bien ir a las trincheras. Las suyas, claro.
Por mirar a dictadores, digo, podría echar un vistazo a uno de los más reconocidos por la comunidad internacional en este momento, el presidente venezolano Nicolás Maduro. De hecho, el congreso español acaba de instar al gobierno para que presente una orden de arresto contra el presidente ilegítimo de Venezuela, pero con los votos en contra del PSOE. Con el presidente israelí, legítimo y democrático, Benjamín Netanyahu no tuvo tantas contemplaciones. Sin embargo, la ideología, y algo más, no le permite ver que Franco está bien muerto y enterrado para la mayoría del pueblo, pero la indignación de ver a un expresidente de gobierno protegiendo una dictadura sin ambages, solivianta a muchos más. El rostro de cemento armado de José Luis Rodríguez Zapatero y del presidente ponen sobre la mesa que la ideología y los negocios son una fórmula irrenunciable para ellos.
Y es que cuando la ideología te supera, te saltas ir a Notre Dame, cuando allí no faltaba ni el rey de Marruecos. Todo por no pisar una iglesia, como sucedió en Valencia la semana anterior, cuando se perdió el funeral de las víctimas de la DANA por no ser un acto civil.
Por eso quiero creer en la magia de la Navidad, y si Óscar Puente pudo sentirla, también rezo para que nuestro presidente baje al ruedo y se deje de ruido. Es verdad que la oposición está muy ruidosa también, es cierto, pero a veces creo que a nuestro presi le va la marcha y la provocación.
Por suerte, el espíritu de la Navidad no depende de lo que hagan unos u otros, sino de nosotros mismo. A veces, creo que es mejor bajar el telón y dejar de escuchar tanto ruido, algo que pienso hacer yo, amigos. Se lo recomiendo.