psicología de andar por casa

Los propósitos de año nuevo

Hay que fijarse objetivos alcanzables para evitar caer en la desesperación

ondacero.es

La Ribera |

Edgar Bresó

Los “propósitos” de año nuevo.

Empezamos el año y seguimos con el primer espacio de Psicología de andar por casa del 2025 hoy con un tema de esos que se podrían decir que son clásicos del mes de enero: Los propósitos de año nuevo.

Edgar Bresó, buenas tardes y felíz año, ¿Qué nos puedes contar sobre este tema?

Buenas tardes Luís, y sí, teniendo en cuenta que aún no han venido los reyes magos, aún te puedo felicitar por el año nuevo. Bueno, en esta ocasión me gustaría empezar contigo. ¿Tienes algún propósito de año nuevo que se pueda contar?...

Y dime, ¿Cuál crees que es la motivación principal que tienes para hacerte (o no hacerte) estos propósitos? Es decir, ¿de dónde sacamos los motivos para hacernos estos propósitos de año nuevo?...

Bien, pues como siempre, voy a compartir contigo y con todos nuestros oyentes algunas de las conclusiones de la ciencia sobre los principales motivos por los cuales nos hacernos estos propósitos:

En primer lugar, lo que podríamos llamar, reflexión personal. El final del año nos invita a evaluar lo que hemos logrado, lo que nos falta por hacer, y las áreas en las que sentimos que podemos mejorar. Nos damos cuenta de nuestras fortalezas y debilidades, y los propósitos se convierten en una forma de canalizar nuestras ganas de crecer, de cambiar o, simplemente de hacernos sentir mejor este nuevo año.

En segundo lugar, el simbolismo del nuevo comienzo. El inicio de un año representa una "página en blanco", lo cual es, en sí mismo, psicológicamente motivador. Sentimos que el cambio de año nos da una nueva oportunidad para empezar algo distinto que no hemos hecho el año que dejamos atrás.

Por otro lado, otro de los principales motivadores desde mi punto de vista es la presión social y cultural. Las tradiciones y las expectativas sociales juegan un papel importante. En muchas culturas, hacer propósitos es casi un ritual colectivo. Además, en la actualidad, las redes sociales también intensifican esta presión, al mostrar imágenes o publicaciones sobre metas ambiciosas de otras personas.

En cuarto lugar, y también muy importante para el ser humano, el deseo de superación. Muchas veces, los propósitos nacen de nuestras aspiraciones más profundas: tener una vida más saludable, ser más felices o cumplir metas profesionales. Queremos ser la mejor versión de nosotros mismos y nos imaginamos que este cambio es más posible con el inicio de un nuevo ciclo.

Y he dejado para el quinto y último lugar lo que se conoce como: El "efecto marcador temporal". Este concepto psicológico explica cómo ciertos hitos (como un cumpleaños o el inicio de un año) nos motivan a revisar nuestras prioridades.

El nuevo año crea una sensación de separación entre "el yo pasado" (lo que he hecho) y "el yo futuro" (lo que voy a poder hacer), facilitando así la idea de que podemos cambiar y podemos mejorar.

Es decir, se trata de alimentar la idea de que estamos en constante cambio o evolución y los finales de año nos sirven para revisar lo que somos, lo que hemos conseguido, lo que nos queda por hacer y así podernos establecer metas concretas que intentaremos alcanzar en este nuevo año y, el repetir esta dinámica año tras año, nos hace sentirnos más vivos, con planes de futuro y, en definitiva, con futuro esperanzador.

¿Me quieres decir entonces que, si no hacemos planes y propósitos de año nuevo, no tenemos futuro o no tendremos un buen futuro?

Obviamente no, hacer planes no es lo único importante, de hecho, la ciencia nos ha demostrado que la relación entre tener planes y la depresión (por ejemplo) es compleja, ya que dependerá del estado emocional de la persona, la percepción que tenga sobre sus metas y de su capacidad para ejecutarlas.

¿Depresión? A ver, a ver, explícame un poco mejor eso que hemos empezado hablando de propósitos de año nuevo y ahora estamos hablando de depresión… ¿Qué dice exactamente la ciencia sobre esa relación entre tener planes y deprimirse?

Mira Luís, lo primero que sabemos es que, como es obvio, existe una alta correlación entre la ausencia de planes y la depresión. Pero, como comentamos en el último programa del 2024, que exista correlación entre no tener propósitos y la depresión no significa en absoluto que la causa de la depresión sea no tener propósitos, pero un síntoma común de la depresión es lo que se conoce como anhedonia, que no es otra cosa que la incapacidad para disfrutar o encontrar interés en las actividades y esto nos puede llevar a no hacer planes o a sentir que no tiene sentido hacerlos.

Y, por otro lado, la depresión suele estar asociada con un sesgo cognitivo negativo, lo que hace que la persona vea el futuro como incierto o sin esperanza, desalentando así la creación de proyectos personales. Sería algo así como una visión negativa del futuro y, obviamente esa visión negativa nos hace no tener ganas de hacer planes.

De acuerdo Edgar, pero vamos a cambiar el registro y acabar con algo positivo. ¿Qué nos puedes comentar sobre las “bondades” de hacer planes o de cómo nos pueden ayudar a ser más felices?

Bueno, pues en general, hacer planes y tener motivación para hacer planes es algo recomendable y nos puede ayudar a dar estructura y propósito a nuestra vida. Tener planes, aunque sean pequeños, puede ayudar a una persona a tener un sentido de propósito en su vida cuando se siente triste, está pasando un mal momento o simplemente una persona que no ha tenido un buen año.

Además, proponerse metas y lograrlas, nos permite obtener refuerzos positivos: Completar incluso un objetivo pequeño puede liberar dopamina que es un neurotransmisor asociado con el placer.

Finalmente, nos permiten también una apertura a la esperanza. Los planes pueden ser un recordatorio de que el cambio es posible y que hay aspectos de la vida que valen la pena y que nuestra vida merece la pena ser vivida.

Ahora sí, para terminar, ¿Algunos consejos o recomendaciones para hacer o diseñar nuestros planes de año nuevo?

Por supuesto, en primer lugar y lo más importante desde mi punto de vista es establecer metas pequeñas y alcanzables; algo simple, como "levantarse a la misma hora cada día" o "escribir una línea en un diario", puede llegar a ser más efectivo que planes grandes que te abruman y que nunca acabas realizando.

En segundo lugar, debemos ser flexibles. Permitirnos fallar o ajustar los planes sin culpa es crucial para evitar un impacto negativo.

Y, finalmente, es muy importante (yo diría imprescindible) Identificar nuestros valores. Asegurarnos de que nuestros propósitos están alineados con lo que realmente nos importa y valoramos nosotros y no con lo que los demás esperan de nosotros.

No se trata de marcarnos planes que nos conviertan en la persona que la sociedad espera que seamos, sino más bien conseguir que nuestros planes nos permitan transformarnos en lo que nosotros esperamos de nosotros mismos para nuestro futuro inmediato. Esta es la idea de la que habitualmente se habla cuando se dice esto de “convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos”.