más de uno | opinión

Verdades como puños

Por el profesor y escritor Javier Arias Artacho

ondacero.es

La Ribera | 11.03.2024 14:28

Queridos amigos, durante las últimas semanas he tenido la suerte de recibir el cariño de algunos oyentes, en diferentes circunstancias y de forma sorpresiva. A veces parece que nadie te escucha, hasta que te das cuenta de que no es así. “Dices verdades como puños, continúa así”, me han repetido unos cuantos. Y estas cosas animan y dan sentido a lo que hacemos, por supuesto. Es por eso que hoy vengo conciso y breve, tirando la pelota al pie, pero con verdades como puños, de esas verdades que no necesariamente tienen que coincidir con lo que yo quiera, sino que es lo que percibo en la sociedad, lo que se percibe en el ambiente.

La primera y principal: que la gente tiene ganas de divertirse y que esperan las fiestas como agua de mayo. La gran mayoría no está en el politiqueo ni en el ruido, porque están hartos de la confrontación. El coste de la vida aumentó sensiblemente, pero la realidad económica no es mala, más allá de cualquier perorata. El día a día no va mal o al menos no se percibe así.

La segunda está relacionada con la aprobación de la amnistía a absolutamente todos, TODOS, los que participaron de forma pacífica, política y también violenta en el proceso de la declaración de independencia de Cataluña. Una amnistía que se concede a un grupo radicalizado que exhibe y chulea su voluntad de volverlo a hacer. El mareo de si es legal o no solo está consiguiendo una cosa: el descrédito de la justicia para el ciudadano de a pie. Sin embargo, lo peor es el sentimiento generalizado de que esta medida política, más allá de cualquier consideración legal, no está bien hecha, y que irrita que se jacten y se feliciten desde el gobierno, igual que si hubiesen liberado a Nelson Mandela.

En tercer lugar está la inmigración. Bueno, en tercer lugar lo pongo yo, porque siento que es un runrún que crece y crece en la calle, mucho más que los anteriores. Es un asunto que preocupa, políticamente incorrecto y que se cuece entre todo tipo de ciudadanos, de izquierdas y derechas, incluidos aquellos inmigrantes afincados ya desde hace muchos años en nuestro país. La preocupación se percibe, y muy por encima de cualquier otro origen, la comunidad magrebí se lleva la palma, porque en pocos años está aumentando de forma exponencial. Un servidor solo se hace eco de los que se cuece: la gente observa el incesante flujo migratorio al mismo tiempo que falta mano de obra que no llega a cubrirse, del mismo modo que se perciben los guetos culturales que en nada pretenden integrarse.

Un servidor no acierta a saber cuál es el problema, sobre todo porque es un hecho que el mundo se ha convertido en una gran aldea global y que es lícito el derecho de querer buscar una vida mejor. Sin embargo, hay algo que en España no se está resolviendo bien o no se está gestionando de una forma adecuada. No es un problema español, sino europeo, pero sea lo que fuere, en la calle se está gestando un malestar que no augura la integración y la solidaridad que pretenden las autoridades. Solo hay que escuchar y abrir los ojos.

Pues eso, amigos, verdades como puños, las que les cuenta este humilde opinador, ese que desde luego sabe, por supuesto, que solo se trata de eso, de dar su opinión.