OPINIÓN

'Con las Orejas Tiesas': ¿Y qué hay de lo nuestro?

La opinión de Juan Lozoya cada semana en Onda Cero Castellón.

ondacero.es

Castellón | 18.09.2023 14:23

En cualquier provincia o país serio en la que la industria aportase casi un tercio de su producción económica y de su empleo, se cuidaría a sus empresas como si fuesen oro en paño. No hay ninguna duda.

Y, sin embargo, pese a que en esta provincia sí que somos conscientes de su importancia, en este país se pasan al sector industrial y, especialmente al cerámico, por el arco del triunfo.

La semana pasada, en una importante gala para reconocer a las mejores empresas del año en Castellón, casi todos se acordaron de la importancia de la industria cerámica, que lleva ya dos años aguantando unos temporales encadenados más desestabilizantes que el que ha asolado Burriana.

Y ahí sigue en pie, aguantando contra viento y marea completamente a solas. Porque ni la provincia de Castellón ni la Comunitat Valenciana tienen capacidad económica, ni recursos fiscales, suficientes para ayudar de forma a un sector industrial que es un transatlántico con tanta inercia que apenas podría desviar ni un poquito de su rumbo.

Los empresarios, las industrias, los sindicatos y las asociaciones empresariales y comerciales coinciden en la importancia y el peso del azulejo en nuestro sistema de bienestar. Es impensable plantear ninguna ayuda social, incentivos a la creación de puestos de trabajo, mejora del sistema sanitario, ayudas a la dependencia o impulso a la creación de pymes por parte de los emprendedores sin los ingresos que aportan las empresas de la provincia de Castellón, especialmente al vinculadas a la industria cerámica.

Sus cotizaciones sociales, sus retenciones de Hacienda y los impuestos que pagan por cada euro que tienen de beneficio son indispensables para garantizar el estado del bienestar que tanto nos mola a todos.

Por eso no es de recibo que, llegados a este punto, y habiendo pasado ya por los ciclos electorales de las Municipales, las Autonómicas y las Generales, ni Dios, o casi ni Dios, se acuerde de la cerámica y las decenas de miles de empleos que garantizan la economía y la cohesión social en esta provincia, en esta comunidad y en este país.

Deberíamos ser capaces de hacer útiles nuestros votos y nuestros escaños para forzar a un futuro Gobierno a que, además de cuidar como socios privilegiados a algunos partidos con ambiciones separatistas de otras autonomías, cuiden a la industria de esta provincia como se merece.

La verdad es que todo el mundo tiene derecho a arrimar el ascua a su sardina, pero me toca mucho la moral, y alguna parte del cuerpo, ver como se negocian beneficios fiscales, presupuestos para infraestructuras y otras prebendas legales, económicas y judiciales a cambio de unos escaños que resultan indispensables para mantener a Pedro Sánchez en el Gobierno.

Entiendo que está en su derecho y que el sistema democrático que hemos aprobado en España certifica esa posibilidad. Pero no me parece ético, ni moral, ni mucho menos justo, que se comercie con unos pocos, que no representan ni una décima parte de nuestro país, para regalarles de todo a cambio de sus escaños.

Y mientras todo esto pasa, en Castellón seguimos las novedades con la boca abierta y cayéndosenos la baba como si fuésemos gilipollas. Como si fuese una película en la que no pintamos nada. Tal vez porque no pintamos nada.

Y es que, a estas alturas, ni Dios se acuerda que nuestro sistema de financiación es una cagada tal y como está y que a la Comunitat Valenciana nos perjudica de forma flagrante desde que lo aprobó Zapatero y no rectificaron después ni Mariano Rajoy, ni Pedro Sánchez.

Y eso que nuestro excelso y magnánimo presidente del Gobierno lleva un año en el que el dinero de los ingresos le sale por las orejas. El problema es que el aumento de la recaudación estatal por el aumento de los precios, últimamente engordado por el alza del combustible, va a todas partes, menos a la Comunitat Valenciana y a Castellón.

Capacidad para equiparar los ingresos de nuestra autonomía a nuestra población real existe.

Igual sucede con las ya mohosas ayudas anunciadas para la cerámica. La urgencia coyuntural sigue, pero después de dos años de anuncios, de parabienes y de garantías de buena voluntad y de que nos tratarán con cariño, seguimos pintando un carajo.

Las ridículas ayudas anunciadas, si llegan, lo harán para pagar los entierros de algunas empresas cerámicas y para financiar los gastos de los miles de desempleados que se generarán en el sector.

En Castellón todos, partidos políticos, empresas, sindicatos y colectivos sociales de todo tipo saben que es urgente que lleguen ya no, sino hace unos años, estas ayudas. Y desde luego a la industria cerámica le importa, y mucho.

El problema es que en Madrid no le importa a casi nadie.

De todas formas, no hagan mucho caso… que es solo mi opinión.