El calafate
Hay un antiguo oficio que prácticamente se ha perdido que es el del calafateador, o el calafate.
El calafate era el maestro carpintero que se ocupaba de construir o arreglar los antiguos barcos que eran de madera. Y su oficio era muy valioso en épocas en las que la riqueza de un país dependía de su pericia.
En manos de los calafates estaba la vida de las tripulaciones. Si en medio del océano el barco se iba a pique, eran los marineros los que morían, y el botín se iba a pique.
Según relata un documento sobre los oficios de la Diputación de Guipuzcoa, “los redactores de las Ordenanzas de la Ilustre Universidad y Casa de Contratación de Bilbao (1737) y la de San Sebastián (1766) pusieron de manifiesto la importancia de los calafates, porque en ellos se fiaba la vida y la hacienda.
Y por esa misma razón, indica el mismo documento, “el Consulado de Bilbao, hacia mediados del siglo XVIII, ya estableció que los calafateadores para ser considerados como tales deberían pasar por un examen de aptitud”. Hablamos casi de lo que sería ahora un master de reconociendo oficial, cuando en aquella época este tipo de condicionante solo se aplicaba a los carpinteros de la Real Amada.
Era un oficio gremial de mucha consideración.
En el RCN Castellón durante muchos años había un calafate que tenía su taller en los bajos del antiguo edificio del RCN Castellón. Solo le quedaban dos o tres dedos, y además de arreglar la madera, hacía reparaciones debajo del agua. Un homenaje cariñoso al calafate Juan.