Extinguido el incendio de Castellón, ahora quedan las cenizas en un paisaje casi lunar, en blanco y negro, que no es ni el atisbo de lo que fue un lugar más característico del National Geographic que de las portadas en las rotativas locales.
Se quema el bosque y se quema también una parte nuestra vida. Desaparece una biodiversidad única como la que contenía el barranco de la Maigmona, más famoso ahora, desgraciadamente en los estertores de su muerte, que en los cientos de años que ha albergado la riqueza ecológica propia del bosque mediterráneo.
El incendio de Villanueva de Viver borra escenarios de experiencias únicas en el río Maigmona, afluente del Mijares, lleno de vida, donde los peces se atrevían a acercarse a tus pies y los martines pescadores jugueteaban con el agua delante de tus narices. El barranco de la Maigmona era todo eso, la posibilidad de realizar una simbiosis con una naturaleza sin necesidad de prismáticos ni neopreno. Hoy todo terminó.
El fuego deja millones de euros gastados en extinción. Según el presidente de la Asociación Valenciana de Silvicultores, Adolfo Miravet, se han gastado 12 millones de euros en apagar este incendio, además de toneladas de CO2 liberadas al medioambiente y una erosión en el territorio que, sin duda, afectará a los acuíferos y al propio pantano de Arenós. La factura es demasiado importante.
Cuando las más novedosas terapias recomiendan baños de bosque para reducir el impacto de las enfermedades de nuestro tiempo, nosotros, por una nula gestión forestal. dejamos perder entornos como éste que sólo con el paso de los siglos volverán a ser lo que fueron.
En la era 6.0, en la que la tecnología se vende al servicio del bienestar humano, ni jóvenes ni mayores pueden apenas malvivir en las zonas rurales, donde no se permiten usos tradicionales del bosque para pasto o el aprovechamiento de la madera. El bosque ha dejado de ser un medio para convertirse en el polvorín ideal de estos incendios tan difíciles y caros de apagar. Si no respetamos más la sabiduría popular, la naturaleza se convertirá en un objeto de museo.
Las llamas de este incendio queman más en el corazón de los castellonenses, de aquellos que lo disfrutamos desde pequeños y que ahora lloramos sin que nuestras lágrimas. sumadas al esfuerzo incansable de los bomberos y equipos de Emergencias, hayan sido capaces todavía de apagar ese maldito fuego.