EDUCACIÓN

“La jornada partida en Primaria tiene más ventajas desde el punto de vista cognitivo"

La psicóloga Cordelia Estévez es la directora y creadora de la Escuela Infantil de Verano de la UMH y, desde su experiencia, asegura que los más pequeños necesitan que el horario de las clases se adapten a sus necesidades

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Elche |

Cordelia Estévez Casellas (El Ferrol, 1971). Doctora en Psicología Clínica por el Hospital de Alicante, vía Psicólogo Interno Residente (PIR). Profesora de Psicología del Área del Desarrollo Infantil desde hace 16 años. Directora y creadora del proyecto educativo de la Escuela Infantil de Verano de la UMH. Ha publicado un libro: ‘Inteligencia emocional: programa para niños de 6 a 11 años’. Madre de cuatro hijos.

¿Cuáles son las ventajas y los inconvenientes que encuentra en los modelos de jornada continua y de jornada partida?

En el modelo de jornada continua hay que diferenciar entre el alumnado de Primaria y el de Secundaria. En Primaria hablamos de niños de tres a once años donde por sus características evolutivas están desarrollando la capacidad de atención y de concentración, los estilos de aprendizaje y, en muchas ocasiones, se presentan problemas madurativos que les llevan a tener más dificultades para asentar los conocimientos. La jornada partida permite tener más espacios de distracción, de juego y de relax que mejoran la capacidad de aprendizaje y de atención. Una jornada intensiva implica que existen menos periodos de descanso, así como para comer, relacionarse, socializarse y abordar el proceso educativo de una manera mucho más relajada y descansada. Desde el punto de vista cognitivo tiene más ventajas una jornada partida porque ofrece más espacios de distracción, de entretenimiento y de juego que por un lado mejoran el aprendizaje y por otro van a asentar mejor los conocimientos instaurados en las clases previas. Si intensificamos el horario de la jornada hablamos de una situación de cansancio psicológico y cognitivo.

¿Por qué en Secundaria se mantiene el horario de jornada continua y en Infantil y Primaria se genera la polémica con la jornada partida?

El estudiante de Secundaria es un alumno adolescente y preadolescente con un desarrollo cognitivo mucho más avanzado y con más recursos. Su atención está más controlada y mantenida, con mayor capacidad de resistencia para controlar su atención. Por tanto, a nivel evolutivo es capaz de mantener más horas de trabajo intenso. Los chicos más mayores disponen de más capacidad para mantener un horario continuo y para manejar mejor la motivación cuando llevamos varias horas trabajando en lo mismo. Un alumno mayor soporta llevar tres horas porque sabe a qué hora se va a ir a casa, a almorzar o al patio. Un niño más pequeño ve la perspectiva de horas seguidas de clase sin patio y fácilmente se distrae, se desmotiva y se aburre. Las condiciones y características evolutivas son diferentes. El sistema educativo lo conoce, o lo debe conocer, para ajustar su estilo de enseñanza a este tipo de situaciones.

Por lo que comenta, no comparte la opinión de los maestros que defienden que la hora y media que se da por la tarde es más productiva si se solapa al turno de la mañana…

Esa hora y media, en jornada partida, llega después de hacer una comida fuerte donde el niño recarga energías, aumenta niveles de glucosa, se distrae y se relaja. Podemos pensar en esa situación como adultos: trabajamos toda la mañana, paramos a comer, estamos con los amigos, nos relajamos y luego abordamos el trabajo con una perspectiva cargada de energía y con una motivación más alta. ¿Qué ocurre si esa hora y media llega al final de la mañana cuando llevas tres horas con pequeños patios? Sufres agotamiento psicológico, con hambre, nivel de glucosa más bajo y con una desmotivación evidente porque son muchas horas sin perspectiva de tener un espacio de relax. El nivel de aprovechamiento, evidentemente, es menor para los pequeños. Los mayores sí que es probable que sean capaces de demorar la recompensa y plantearse un esquema de trabajo más mantenido.

¿Qué mejoras se podrían introducir en la jornada partida para avanzar en el aprendizaje?

Hubo un cambio, con la última modificación de la ley, para que las clases pasasen a ser de 45 minutos. Fue un retroceso ineficaz porque a los niños en ese tiempo no les da tiempo de llegar a clase, menos aún en colegios con modelos flexibles con cambios de aulas para ajustarse a diferentes niveles de trabajo. Muchos centros se están ajustando a una hora de clase que permita a un niño más pequeño situarse, contextualizarse, sacar su material de trabajo, saber qué va a trabajar y aprovechar unos 40 minutos de aprendizaje. Esto es una mejora razonable, además de otras que se han ido introduciendo. Por ejemplo, las actividades extraescolares del mediodía, que hacen que los niños no estén sólo jugando en el patio, sino que lo hagan de una manera más organizada con actividades deportivas, musicales, ajedrez o informática. Se socializan de una manera divertida, jugando con sus amigos, al mismo tiempo que siguen aprendiendo y manteniendo activa su capacidad de aprendizaje antes de reengancharse a las enseñanzas de la tarde.

¿Sería un problema tratar de convertir las extraescolares que llegan después de la jornada continua en un perfeccionamiento educativo de lo que se imparte por la mañana?

El problema de esas extraescolares es que están dirigidas por personal externo al colegio, que no son los profesores que conocen al estudiante y pueden mezclar los grupos. No es lo mismo si lo hace en su clase con la motivación de estar con su maestro y con sus compañeros. Es una oferta que se plantea pero que no cubre los objetivos de aprendizaje porque, principalmente, no está soportado por personal cualificado y específico de ese campo. Es personal externo.

¿Cree que puede ser un problema para el niño acabar a las 14:00 horas para volver a casa y compartir menos tiempo con sus amigos que como se ha hecho tradicionalmente con la jornada partida?

Eso depende de la familia y de su entorno. Un escenario habitual podría ser el de salir a las 14:00 horas con jornada continua para comer en casa con los padres o con los abuelos si no se ajusta la jornada laboral de la familia. Habitualmente la actividad que se hace después de esto es seguir en el hogar con los recursos que sabemos que hay, principalmente la televisión y las consolas de juegos. Es más complicado que las familias accedan con la misma facilidad a entornos públicos donde haya otros niños. Por eso puede ser que estemos cerrando su capacidad de socialización y de juego cooperativo al aire libre. Habrá familias que sí que dispongan de esa posibilidad, pero las quejas que están llegando actualmente son por la dificultad de tener buenos entornos de juego que se ven magnificadas por este cambio.

Pero eso no es una responsabilidad de la jornada partida, sino de las familias…

El entorno escolar y la familia deben trabajar de manera consensuada. La familia tiene una responsabilidad social y familiar que se apoya en el entorno escolar para poder sostenerla y mantenerla. Los padres deberían buscar lo mejor para sus hijos dentro y fuera del colegio. De la otra manera (con la jornada partida) contribuiría al aprendizaje global del niño. ¿Que no es su máxima responsabilidad? No, pero es una de ellas y por eso ofrece extraescolares para poder normalizar y compaginar todo eso. La realidad para las familias es que van a tener muchas dificultades para dar opciones tan valiosas al niño como las que encuentran en el colegio con la jornada partida. Además, el centro también se va a encontrar con un deterioro en el aprendizaje de los más pequeños con este tipo de nuevo horario.

¿Qué le parece el clima que se ha generado entre algunas familias y algunos maestros por la campaña a favor de una jornada u otra?

Es una pena que los padres nos veamos metidos en situaciones en las que muchas veces no tenemos toda la información para tomar decisiones. Además, se trasladan a los grupos de Whatsapp y de redes sociales donde cada uno vierte su opinión de manera más o menos conflictiva. Eso, en definitiva, salpica a la relación que hay en el colegio y entre los propios niños. Las medidas que se adoptan hay que razonarlas y argumentarlas. Los padres debemos servir como modelos de consenso y diálogo entre nosotros. Se han generado situaciones conflictivas que no deberían ser así porque el objetivo es que los niños aprendan mejor y crezcan más sanos.

A medida que se ha ido profundizando en la información sobre beneficios o perjuicios de la nueva jornada continua se ha observado que pediatras, pedagogos, sociólogos o psicólogos no avalan el cambio. En el caso de los psicólogos se ha subestimado esta opinión porque se considera que no responde a opiniones científicas sino a opiniones personales de los profesionales. ¿Qué puede decir al respecto?

Eso demuestra un gran desconocimiento. La Psicología lleva siendo una ciencia más de un siglo y así está reconocida con un cuerpo de conocimiento, con una base empírica que es la que hace que sigamos avanzando y aportando muchísima información a los modelos educativos que se sustentan en grandes psicólogos que demuestran cómo aprende el niño y qué necesidades tiene. Como la opinión es libre y ahora tenemos una gran posibilidad de difundirla, cada uno la expresa con más o menos prudencia. No obstante, hay que basarse en las evidencias.

¿Y qué opina acerca de que las familias desoigan las opiniones de alguno de estos profesionales?

Los profesionales también opinan que es mejor no fumar, no beber, que los niños no tengan móviles y luego cada familia actúa en consecuencia de lo que piensa, de lo que cree y de lo que puede hacer en base a muchísimos factores que son difíciles de abordar. En este sentido, ¿qué criterios pueden primar? Pues muchas veces el desconocimiento, las situaciones familiares, económicas, de organización de sistema familiar… Esa es la realidad a la hora de tomar muchas decisiones. Los profesionales lo único que podemos hacer es compartir lo que sabemos con el colectivo de la población para intentar mejorar la asistencia educativa o sanitaria.

¿Piensa que existe un interés encubierto de los maestros para adaptar su horario laboral a la jornada continua camuflado con el posible interés de los niños?

Lo desconozco. Si es así resultaría triste y muy grave que un profesional tomase decisiones en base a su bienestar frente al bienestar de la población de su trabajo, que en este caso son los niños.

Los maestros defienden que son capaces de ofrecer el mismo aprendizaje con jornada continua que el que ofrecen con jornada partida…

Pero si no se trata de que el profesor pueda ofrecer la misma formación, sino de que el niño sea capaz de aprender de la misma manera. No estamos hablando de una máquina que la programas por la mañana y la pones en un pupitre. Estamos hablando de un niño que cuando lleva diez o quince minutos haciendo una actividad se cansa, cambia de postura, se mueve, pregunta. Además, necesita distracción, motivación, saber que el patio llega en un periodo corto de tiempo, moverse a nivel físico y comer. Este es el motivo por el que sus niveles de glucosa se queman mucho antes que el de los adultos. Eso revierte en un mayor agotamiento psicológico. Por esa razón, como son niños, personas que están creciendo, con una capacidad restringida y limitada, no están preparados para tener una jornada intensiva como la que tiene un adulto. El profesor debe saber hacerlo porque tiene una edad y una formación que le permite eso y mucho más, pero ¿de quién estamos hablando? De los niños. Este hecho explica que Primaria e Infantil se beneficien mucho más de la jornada partida que de la continua, por la distribución de las clases, de los espacios de ocio y distracción que permiten comer, recargar niveles de glucosa, divertirse y activarse para luego seguir trabajando.

¿Está a favor o en contra de los deberes en casa?

Cada vez estoy más en contra de los deberes en casa. Creo que el niño tiene una jornada intensa de trabajo donde debe aprender los contenidos académicos. En casa el niño sigue aprendiendo si la familia tradicional hace actividades sociales y de juego, pero no puede llegar a su hogar después de una larga jornada y seguir trabajando. Ni siquiera nosotros estamos motivados para después de tantas horas en la oficina sacar el ordenador y seguir haciendo cosas. Nos agotamos y somos adultos. Un niño pequeño debe jugar, tener tiempo libre para imaginar, para crear, para preguntar. Esa es su ocupación, su forma de aprender. Si no, no dispondrá de tiempo para jugar porque deberá hacer deberes, bañarse o ducharse, cenar y acostarse. ¿Cómo desarrolla entonces su mayor ocupación que es el juego? Difícilmente. Por eso hablamos de niños desmotivados y cansados a los que no les gusta aprender. El colegio está para que los niños aprueben los contenidos a través de tareas y vídeos con proyectos educativos, pero una vez llega a casa debe merendar, descansar, jugar, estar con sus padres y salir de casa para hacer las actividades propias de una familia. En Secundaria es otra historia porque existe otra preparación de cara a la universidad.

Como directora de la Escuela de Verano de la UMH, ¿qué perfil de niño se encuentra actualmente?

Tenemos tres campus y es un perfil muy variado. Hace tiempo que quitamos el aula de deberes, aunque hay padres que quieren que sus niños repasen. Proponemos actividades lúdicas y de aprendizaje a través del juego. No el modelo de coger los contenidos académicos para ponerse a estudiar. Las vacaciones de verano son para seguir aprendiendo, pero jugando y divirtiéndose. Es cierto que el perfil que detectamos en los mayores es el del niño enganchado al móvil y a las comunicaciones, y que difícilmente está tranquilo. Con los más mayores de la Junior, a partir de diez u once años, tenemos el problema de que no queríamos que trajeran el móvil pero es difícil conseguir que pasen una mañana sin su teléfono. Las nuevas tecnologías han irrumpido con fuerza y es verdad que también disfrutan mucho de las sesiones que tenemos de robótica o de informática. Están muy preparados y lo aceptan con mucha felicidad.

¿Qué consejo, como psicóloga y madre de cuatro hijos, daría a las familias para mejorar la educación de sus hijos?

Depende de la franja de edad. En Primaria hay que compartir con el niño la ilusión por aprender y el placer por seguir aprendiendo. Forzar a los niños a hacer deberes o a trabajar los fines de semana les acaba desmotivando y les lleva a perder la ilusión por aprender. El aprendizaje se debe mantener con actividades lúdicas dentro de casa a través de los juegos. Hay que sacar tiempo para hablar de las cosas que han visto en el cole para trasladarlo a la ayuda sobre cómo comprar, calcular… Siempre a través del juego. A los más mayores una de las cosas que les dificulta mucho es el acceso a las nuevas tecnologías. Mi hijo tiene 14 años y acaba de tener su primer móvil. Era el único niño de su clase que no tenía. Y desde que cuenta con uno, de forma controlada, la condición es que no lo puede tener mientras hace los deberes porque le dificulta la concentración. Es una fuente de distracción tremenda además del resto de complicaciones que sabemos que tiene a nivel social. Los móviles y las consolas deben estar súper controladas y reguladas.

Tras las últimas votaciones se teme que pueda surgir un movimiento de migración de profesores de colegios con jornada partida hacia otros con jornada continua. ¿Qué puede suponer esto?

Lo desconocía y me parecería muy triste. El proyecto educativo más que relacionado con la franja horaria, que es irrelevante sobre los contenidos que vamos a impartir, van en base al modelo educativo que siguen los profesores. Eso sí es importante porque marcan un modelo de aprendizaje diferente. En definitiva, la franja horaria es una cuestión, para un adulto, de comodidad. Y para un niño de disponibilidad y de recursos cognitivos. Me parece sorprendente que una franja horaria marque la decisión de un profesor de marcharse a un centro u otro por el modelo educativo. De ser así, el motivo debe ser otro.

¿Cuál es su conclusión sobre el debate generado entre la jornada continua y la jornada partida?

En Primaria y en Infantil estoy a favor de la jornada partida. Permite al niño utilizar mejor sus recursos cognitivos y atencionales. Da más espacios de distracción y juegos, que es lo que necesitan; de recarga de glucosa, de tranquilidad y de concentración para tener que aprender lo que han dado en el cole. Y soy absolutamente partidaria de, cuando lleguen a casa, que dejen de hacer deberes porque ya han trabajado un montón y ha llegado el momento de bajar al parque, de jugar con sus padres o con sus hermanos; de ayudar a preparar la cena o de ordenar la casa. Así también se aprende, pero de otra manera. Si ocupan la tarde con deberes no les queda espacio para el juego.