“La jornada partida es la que mejor responde a las necesidades de los niños”
Asunción García, abogada y confundadora de la Plataforma Jornada Partida Comunidad Valenciana, asegura que el horario intensivo afectará al aprendizaje, a la alimentación y a la desigualdad entre los alumnos
María Asunción García es abogada y confundadora de la Plataforma Jornada PartidaComunidad Valenciana, una asociación que tuvo su germen en el Colegio Público El Palmeral de Elche y que defiende, apoyado por otros grupos de padres de Alicante, Valencia, Castellón, y Vega Baja, que los argumentos expuestos para fomentar el cambio hacia la jornada continua no son reales porque carecen “de base”. Según esta letrada ilicitana, su principal objetivo es “una reivindicación del horario laboral”.
¿Qué considera mejor para el alumnado de Infantil y Primaria: la jornada continua o la jornada partida?
La jornada partida es la que mejor responde a las necesidades de los niños. No solo se trata de mi experiencia personal, sino que verdaderamente creo que es lo mejor. Cuenta con tres horas y media de estudio por la mañana y hora y media por la tarde. No estoy de acuerdo con que se compriman las cinco horas. Eso es algo que afectará al aprendizaje de nuestros hijos.
¿Por qué desde la Plataforma Jornada PartidaComunidad Valenciana apuestan por mantener el horario tradicional?
Porque por lo que hemos podido conocer a través de artículos y opiniones responde mejor a las necesidades biológicas, emocionales, de aprendizaje y de juegos del niño. La jornada también debe ajustarse a sus tiempos para comer bien. No se trata de impartir las cinco horas seguidas para compactar el contenido e irse a casa. Se necesitan unos espacios para dar la clase, asentar los conocimientos, jugar con los amigos y comer. Es importante seguir los ritmos biológicos.
¿Le encuentra algún inconveniente claro a la jornada continua?
Sí. En primer lugar, produce déficits de atención ante las limitaciones y capacidad de aprendizaje de los niños. A partir de la cuarta hora seguida será difícil que el niño esté con su atención centrada en lo que se está explicando. Además, va en contra de los ritmos biológicos de la hora de la comida y de las actividades. Estar de 9:00 a 14:00 horas en un aula, con un recreo y un pequeño receso de cinco minutos, no es adecuado porque no hablamos de adultos. Los niños necesitan salir al patio, hablar, imaginar y discutir sobre lo que han aprendido en el aula.
¿Y a la jornada partida?
Quizá debería ajustar determinados horarios y replantearlos, claro que sí. Todo es mejorable. Los partidarios de la jornada continua consideran que el espacio que hay desde las 12:30 hasta las 15:30 horas es muy amplio. Y puede ser verdad. También, en otros países como Finlandia o Canadá, el maestro está siempre presente con el alumno. No se trata de que dé la clase y salga corriendo, sino de que coma con ellos y puedan interactuar juntos.
¿Qué opina del proceso electoral que se ha vivido en los colegios para decidir el horario de la jornada escolar?
Me parece penoso. Es responsabilidad de la ley y de los políticos que la han instaurado. Es un proceso que, de raíz, es totalmente desigualitario. Las familias no tienen la libertad ni la información que deberían. ¿Quiénes son los que promueven el cambio de la jornada? La dirección del colegio o el consejo escolar, que son dos órganos politizados con unos intereses concretos. El cambio de jornada no se instaura desde las bases con un proyecto apoyado en el AMPA. Se plantea desde la mejora que quieren tener para ellos. De entrada ya está llamado al fracaso porque no nace ni con consenso ni con convencimiento. Esto provoca una diferencia de armas porque todo el proceso de elección lo controla una parte, que es la interesada en el cambio.
En el Colegio Público El Palmeral de Elche, donde nació su Plataforma, han criticado la actitud de los profesores por ponerse chapas reivindicativas mientras desempeñaban su trabajo…
El conflicto de intereses es evidente, pese a que digan que es por el bien de las familias y de los niños. La realidad es otra porque todos los profesores, como demuestra el apoyo unánime de sus sindicatos, apuestan por su mejora laboral. No se puede dotar a los maestros de unas facultades para dominar el proceso. Ha faltado información y transparencia. Todo ha sido consecuencia de la desigualdad existente con el sistema electoral y del interés desmedido de los consejos escolares y de la dirección. Por no hablar de que el profesor no debe hacer política en las aulas, por mucho que piense que es lo mejor. Hay que ser exquisitos porque están desempeñando una función pública y educando a niños. Es una falta de respeto y una falta de libertad que en las clases se haya llegado a insinuar a los alumnos que la jornada continua era lo más conveniente. Es muy penoso que niños pequeños hayan preguntado en casa: “¿Tú qué vas a votar?” ¿Qué contesta un padre, que opina distinto de alguien (el maestro) a quien su hijo debe guardar respeto y admiración? Estamos confundiendo los términos y todos debemos aprender de lo sucedido.
Los resultados apuntan a un porcentaje de votos muy favorable a la jornada continua. ¿Cómo interpreta esta situación?
Esto es producto de la desinformación. También es cierto que cada familia tiene unas prioridades. Puede que haya quien prefiera que sus hijos salgan a las 14:00 horas, a costa de que pueda haber determinadas mermas a nivel de salud o de educación. Me gustaría que fuésemos más exigentes para que los niños estén lo mejor posible. A los políticos hay que exigirles que doten de todos los recursos económicos para potenciar, de una vez por todas, lo que es más importante: la educación.
¿Cuál cree usted que es el mejor horario para la escuela?
Desde la Plataforma buscamos el compromiso de seguir estudiando y buscando cuál va a ser el mejor método para que nuestros niños se eduquen bien y podamos tener una sociedad de futuro y de libertad, con respeto por parte del profesorado. Es muy difícil por la presión que existe. En los centros se dice que en la jornada continua todo es maravilloso y que con ella vamos a alcanzar el cielo. Una vez que se instaure será muy complicado volver hacia atrás.
¿Qué opina sobre el hecho de que la decisión se haya dejado en manos de las familias sin haber tenido en cuenta otras opiniones profesionales?
Es otro de los aspectos que es terrible. Junto con la Universidad Miguel Hernández convocamos, hace unos meses, un congreso con el objetivo de analizar cuál era la mejor opción para los niños. Intentábamos buscar científicos que nos ilustraran y que nos dijeran qué camino había que seguir. A mí no me puede responder un maestro que ni un pedagogo, ni un sociólogo, ni un psicólogo, ni un médico le tienen que decir cómo tiene que estar en el aula. Yo, sin embargo, sí que quiero escuchar esas opiniones para aprender y mejorar cien veces. Si usted es maestro y un médico le asegura que la jornada que ha propuesto no es correcta, pues tendremos que buscar el apoyo de otro profesional para saber si lo estamos haciendo bien. No podemos dar la espalda a la opinión de los profesionales por interés o porque no nos gusta lo que nos van a decir. A la larga saldrán todas las consecuencias. Esto es una reivindicación laboral. Se debería ser más creativo y la jornada continua, tal y como está planteada, va a generar muchas desigualdades en la sociedad porque quien la apoya sí tiene la capacidad para dar a sus hijos otras extraescolares o más tiempo en casa para estar con ellos. Pero, ¿y el que no? ¿Qué va a pasar con ellos? Esto va a provocar que haya ciudadanos de primera, de segunda y de tercera.
¿Y sobre el papel del Gobierno Valenciano, que ha dejado a las familias la decisión del horario escolar y no lo hace, por ejemplo, con el plurilingüismo?
Ha sido nefasto. El Decreto que rige toda la organización autonómica de la jornada escolar tiene como regla general el horario partido, de 9:00 a 12:30 horas y de 15:30 a 17:00 horas. Y, excepcionalmente, se podrá autorizar el cambio de jornada. Lo que ha hecho el Gobierno Valenciano es un fraude de ley. Ha reglamentado la posibilidad de variar la jornada escolar y ahora nos encontramos en la provincia de Alicante con que la mayoría de colegios tienen horario intensivo. El proceso de selección y de autorización de todos los proyectos ha sido un copia y pega. Si no estaban de acuerdo con la ley, hubiese sido mejor que la cambiaran. Ahora se han dado cuenta y se reservan la opción de constituir comisiones técnicas para valorar los proyectos. Un inspector de Educación necesita la cualificación de otros profesionales para decidir si se cumple con todas las garantías educativas. La Ley del Menor de la Generalitat Valenciana, además, impone que los niños tienen derecho a que los profesionales que estén con ellos dispongan de una cualificación ajustada a sus necesidades, con todo el respeto para los monitores.
Por último, ¿la jornada continua es el futuro de la Educación Infantil y Primaria?
Va a ser muy difícil dar marcha atrás porque, al final, todos nos acomodamos a las mejoras de la jornada laboral. Retirar esos beneficios de horario será muy complicado. No hay que dejar de luchar por lo que creemos. Me sorprendió que el conseller de Educación, Vicent Marzà, dijese que fue a Finlandia. Entonces, ¿por qué no coge ese modelo? Hay mucha confusión en la información. Esta jornada continua no se parece ni de lejos a aquella.