OPINIÓN

"¿Queda algo del 15-M?"

Victoria Rodríguez, jurista y politóloga, reflexiona sobre los cambios generados por este movimiento ciudadano que surgió en la primavera de 2011

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Victoria Rodríguez, jurista, politóloga y profesora universitaria. | Onda Cero Elche

¿Queda algo del 15M?

El calendario nos recuerda que estamos en la semana del 15 de mayo, pero queda muy lejos en nuestra memoria el estímulo ciudadano que supuso el movimiento social que despertó en la primavera del 2011.

Algunas personas (entre las que me encuentro) se entusiasmaron con la fuerza que marcó aquella convulsión social. Algunos llamaban a sus protagonistas “perro-flautas” pero no eran sólo vagabundos sociales, ni “ninis”, también había familias enteras con muchos motivos para la protesta pacífica.

Ahora, mirando con retrospectiva podemos analizar qué queda de aquel movimiento. Las protestas ahora se llaman Mareas y son de diversos colores, la blanca para la sanidad, la verde para la educación o la morada para el feminismo, pero son menos transversales, a excepción de la del 8M de este año. No suelen ser espontáneas, se planifican, se anuncian y se organizan.

En cuanto al resultado del 15M, éste rompió el bipartidismo en el que estaban instalados los grandes partidos y a cuya táctica electoral se había acostumbrado la ciudadanía. Desde entonces tenemos más pluralidad en las instituciones, y también más dificultad en la gobernabilidad. Nuevos líderes emergieron del 15M pero algunas esperanzas se quedaron por el camino porque algunas prácticas y determinadas estrategias han provocado cierta decepción. Lo que venía distinguiendo la “nueva política” frente a la vieja no está resultando del todo tan novedoso.

El CIS nos recuerda cada mes en sus barómetros que los políticos y la política siguen siendo el tercer problema de los ciudadanos desde el año 2010. Hemos atravesado la mayor crisis económica y social de los últimos tiempos, hemos tenido varios procesos electorales desde entonces pero no hemos recuperado la ilusión por los actores políticos. Además los datos corroboran que las elecciones no influyen en una apreciación ciudadana favorable respecto de los partidos, no refuerza la utilidad de éstos como instrumentos de representación política.

El poder tan generalizado y extenso que siguen teniendo las élites políticas y el control que ejercen sobre las más altas instituciones del Estado, limita de forma considerable el ejercicio real de la democracia y deja escaso margen de maniobra a los ciudadanos para decidir sobre la marcha de la sociedad. Se precisa un mayor equilibrio de poder entre los partidos políticos y la sociedad. Tenemos nuevos líderes pero casi los mismos problemas que entonces. Se necesita que de vez en cuando surja con fuerza un 15M que impregne el ambiente social con aire fresco.