En busca de la dignidad en una categoría indigna
José Manuel Noguera, profesor de Periodismo en la UCAM, nos ofrece su punto de vista sobre la situación de su equipo, el Elche CF
Recuerdo una práctica de un estudiante en la que entrevistó a alguien que todos los días desayunaba o cenaba con su padre, muy mayor y enfermo de Alzheimer. Una cuidadora de la residencia, curiosa, le dijo una vez:“¿Para qué tanta molestia todos los días? Descansa un poco. Ya no te recuerda” –“Él no sabe quién soy yo, pero yo sí sé quién es él”, le contestó. A veces nos excusamos en buscar la dignidad en los demás, cuando a menudo nuestra dignidad depende única y exclusivamente de nosotros.
La vida se nos hace muy pesada por las cargas que asumimos. No sólo queremos ser dignos, sino que asumimos la dignidad de quienes nos rodean como propia. Si por ejemplo somos seguidores de un club indigno, nos sentimos mal como si parte de esa indecencia se nos traspasara a nosotros sin preguntar. Y mientras mantenemos nuestra dignidad aseada (que no es poco), vamos cargando en la mochila con las piedras de la dignidad de otros. En un club de fútbol la ecuación parece sencilla: dignidad en los jugadores, en el entrenador, en los aficionados y en los directivos. ¿Qué pinta la categoría en esta ecuación? Nada, si no que se lo pregunten al CD Castellón y a sus más de 10.000 locos abonados este año en Tercera División.
En Elche tampoco andamos mal de locura este año, más de 9.000 abonados después de un año con Toril, de un descenso poco anunciado pero muy merecido y de varios mareos con la propiedad del Club para que los propietarios sigan siendo los de siempre. Muy ilusionante todo.
¿Qué ha pasado entonces? Creo que los locos se lanzaron este verano en busca de su dignidad, que estaba a su alcance en la posibilidad de instalarse, consciente e infantilmente, en la mentira de que el fútbol es sólo fútbol. ¿O tiene esto algún sentido si se ve de otra manera? Incluso para una afición tan maltratada como la ilicitana, la única que ha sufrido un descenso administrativo en Primera, la dignidad más al alcance volvía a estar, de nuevo, en la mentira de que todo depende de que la pelota entre.
Esos nueve mil locos han recuperado parte de su dignidad, la que depende de ellos, la que nace de sus rutinas, de sus cánticos y sus gritos. La que radica en esa media sonrisa de saber que este es el año de Sory Kaba, que hemos tenido que bajar a Segunda B para fichar a un defensa como Gonzalo Verdú, que el fondo de armario es amplio y que gracias a Dios hemos pinchado contra Atlético Baleares y Atlético Saguntino, porque de lo contrario el listón de Vicente Mir estaría poco menos que en sacarle diez puntos al Real Mallorca al final de la primera vuelta.
Por lo que a mí respecta, los jugadores y el entrenador se han ganado su dignidad de sobra en los dos primeros meses. Cuatro victorias, tres empates y el Hércules eliminado en su propia casa. Y sudor, veo sudor en las camisetas y eso me sobra para recuperar la dignidad, la que depende de mí. ¿Significa algo ahora la ventaja de cuatro puntos del Mallorca? Tanto como la de seis puntos del Elche CF sobre el Hércules. Nada.
Los inicios arrolladores son sólo eso, inicios. En 1991, el Elche CF comenzó la temporada en Segunda B ganando 0-4 en Alzira y 6-0 al Oliva en el Martínez Valero. En ese grupo estaba un tal CD Leganés, un tal Getafe CF, el Levante UD y el Hércules CF, entre otros. Los franjiverdes se clasificaron para el playoff cuartos, con las fuerzas ya muy justas, por delante de los equipos citados pero por detrás de Cartagena, Villarreal y Yeclano. El playoff, que todavía era en forma de liguilla, no fue mucho mejor: dos empates en seis partidos y ascenso para el CD Lugo. Por cierto que de ese grupo tercero sólo subió el Villarreal, que con aquel ascenso empezó a escribir su historia dorada de consolidación deportiva, saneamiento económico y azulejos.
Mientras jugadores y técnicos sigan mostrando la dignidad de dejarlo todo en el campo, los nervios no deberían ni mencionarse. Están haciendo que parezca fácil algo que no lo es. Muy cerca de aquí, en Murcia, en otro proyecto que apuesta esta temporada al todo o nada, ya han decidido en la jornada número 7 que no tenían al entrenador adecuado. Y daba un poco igual el resultado de esta semana (empataron en casa), estaba ya decidido hace tres o cuatro semanas. Sólo hay una competición que se hace más larga que la Segunda División y esa es la Segunda B. Con dignidad y sin nervios se llegará a mitad de temporada en disposición de afirmar que este equipo aspira a todo.
¿Y dónde encuentra cada uno la dignidad? Donde puede. El aficionado en la grada, en sus gritos, en sus rituales antes de cada partido y en los desplazamientos que le valen para ilusionarse toda la semana. El jugador, en su sudor y en no intentar nada que no sepa hacer. El entrenador, en llevar al grupo sin imponer y sin que le impongan. Y la directiva… bueno, digamos que no tenemos aún la certeza de que la directiva esté buscando su dignidad. Sabemos que les preocupa mucho la situación de Cataluña, eso sí. Esperemos tener más y mejores noticias de ellos dentro de poco.
José Manuel Noguera es profesor de Periodismo en la UCAM