LA OPINIÓN DE DAVID MARÍN

Esa droga llamada Elche CF

El periodista David Marín da conocer su punto de vista sobre la situación que vive la entidad franjiverde

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David Marín, periodista. | Onda Cero Elche

Me asomo a mi ventana y veo al mismo Elche de siempre. Como un niño castigado sin recreo, me doy cuenta de que la vida sigue y en el patio cada uno continúa a lo suyo.

El abusón recolecta almuerzos que no son suyos. El dueño del balón obliga a los demás a jugar según sus reglas. El estudiante aplicado no se despega de los libros para sacar buena nota. El copión vaguea porque confía en que no le pillen sus artimañas.

Desde fuera, la situación no varía demasiado a como se ve desde dentro, en esa vorágine que es la actualidad de un club de fútbol. El Elche es una especie de droga que no dejas ni cuando pones la máxima voluntad en hacerla a un lado. Siempre vuelve, ya sea en forma de partido por televisión, de mensaje por Whatsapp, de actualización por Twitter o, como supongo que habrá ocurrido toda la vida, de comentario en la barra de bar mientras tratas de pasar un rato con tus amigos.

Ese Elche que lo mismo va a ascender tras ganar al Málaga y al Real Zaragoza que va camino de Segunda B tras perder por 5-1 en Cádiz. Un Elche bipolar, muchas veces incluso dentro de un propio partido, como ocurrió en Almendralejo, ante el Extremadura. Estamos en 2018, pero bien podríamos estar en 1995. Y no sé si antes porque la memoria y la vida no me dan para tanto. Supongo que sí, que en Elche siempre hemos sido un poco así, de verlo todo blanco o negro.

Y en la vida hay muchos más colores. Ni eres la última mierda que cagó Pilatos por perder un partido ni la reencarnación del Borussia de Moenchengladbach por ganar otro. No lo digo yo, lo dijo en su día Manolo Preciado. Sí, en la vida hay más colores, pero también hay más cosas más allá del Elche, ¿no? Y aquí estamos, hablando del Elche incluso cuando nos prometimos dejarlo a un lado. Maldita droga.

Muchos de ustedes seguro que han hecho propósito a lo largo de los últimos años por dejar de sufrir por el Elche. Y, sin embargo, nos sorprendemos entrando a Twitter una hora antes del partido para conocer las alineaciones. Sintonizando el partido, solo para un rato. Debatiendo, en ocasiones con uno mismo, si el sistema ideal es con cinco o con cuatro atrás. Lo hacemos casi a escondidas, porque no queremos reconocer nuestra adicción al Elche. Cualquier día montamos un grupo de ayuda, aunque no sé si cabremos todos.

Si vemos a Pacheta por la calle le reconoceremos sus méritos de los últimos meses, pero en cuanto no nos oiga soltaremos algún reproche porque todos somos expertos entrenadores. Qué tipo Pacheta, ¿eh? Un hombre que dejará huella más allá de su paso por el club, que supongo no será demasiado largo. Si le va bien encontrará otro sitio. Si le va mal, guillotina. El ascenso tendrá fecha de caducidad, aunque él tiene algo ganado. Otros técnicos corren peligro cuando los pitos y los cánticos se vuelven hacia el palco. Aquí a los directivos les silban los oídos desde hace tiempo.

Me despido ya, que la terapia se alarga, con dos cosas que me han gustado del 5-1 en Cádiz. La primera ha sido ver a Pacheta en la tele un día después de la catástrofe. Le honra. Cualquier otro hubiera cancelado la entrevista tras un día así. La segunda es que el 5-1 espero que sirva de shock. Me agota ver a equipos que se excusan en una derrota corta en la que realmente nunca tuvieron opción de ganar. A ver si así hay reacción.

Cierro mi ventana, que ya hace frío. El patio sigue igual que siempre. Veo a uno criticando al goleador porque no ha pasado el balón en un ataque y ha fallado una ocasión, tras marcar tres goles. Otro se ceba con el portero, tras un año casi inmaculado. El dueño del balón dice que ahora el equipo va a ser suyo tras mucho tiempo pregonando que iba a traer amigos nuevos al patio. Hasta otra.