Hay que ser sinceros: Elche lo tiene difícil esta semana en FITUR. En Madrid muy pocos piensan en ella todavía como un lugar para pasar un puente o un fin de semana. Competimos contra la todopoderosa oferta costera de Alicante y contra la propia capital provincial, cada vez mejor situada en el turismo urbano. Pero como el monocultivo del calzado y la construcción se reveló como desastroso, todo esfuerzo que se haga en este campo parece correcto. Y Elche tiene algunas oportunidades que hay que aprovechar.
Por desgracia no tenemos un centro histórico bien conservado como otras ciudades, pero el Palmeral y el buen tiempo hacen de Elche una ciudad ideal para el turismo de congresos y de compras -de algo tiene que servir ser uno de los centros de la industria del calzado en España-. También tenemos que decir mucho en el terreno del turismo deportivo, aunque el Elche CF ande de nuevo desahuciado. Como el alcalde -y el concejal de urbanismo-, soy también runner declarado –bastante paquete, eso sí- y cualquiera que participe por España en alguna de las muchas carreras populares que se han ido extendiendo ve claro el potencial turístico que tienen. No hay más que ver cómo se ha situado Valencia en este campo en pocos años (y Santa Pola). Y Elche tiene una Media Maratón que se vende, correctamente, como ‘la más antigua del mundo’ y en la que vale la pena invertir.
En el campo del turismo cultural, no podemos cansarnos de promocionar el Misteri y reivindicar la Dama (Elche es la capital del arte íbero) pero el turismo de festivales ofrece también grandes posibilidades para una ciudad como la nuestra. Por eso este año la novedad de intentar atraer al turista LGTBI me parece un acierto: Para alguien que pase cinco minutos en las fiestas del Orgullo en Chueca se hacen muy evidentes los beneficios de ser una ciudad gay friendly.
Antonio Parreño es periodista de TVE
