Termina mi partido ante el Magni con victoria. Desde la grada me dicen que el Elche va ganando 2-1 y una vez en el vestuario veo el definitivo 3-2. Doble alegría. Como de costumbre, unos días después, veo el partido tranquilamente en casa. A veces echo de menos no poder ver el encuentro en directo. Sobre todo, esa emoción de no saber qué va a ocurrir aunque lo contrario me otorgue más capacidad de análisis.
Lo cierto es que el Elche planteó un partido inteligente. Sabedor de que el Real Murcia dejaría espacios para buscar un gol que le igualaba la eliminatoria, la apuesta de Iván Sánchez por Josan, con respecto a la alineación de la ida, resultó acertada. La presión en el primer gol demuestra claramente lo que buscaba el equipo desde el primer momento: ser intenso en las acciones defensivas y poder robar lo más arriba posible. Este detalle me gustó en especial. Pacheta buscaba desde el primer minuto dar un golpe a la eliminatoria y no defender un resultado que podría ser válido. El Real Murcia hizo un buen partido, pero el hecho de tener que arriesgar y enfrentarte a un equipo valiente es una mezcla peligrosa.
La victoria es un destello que puede cegar y, en ocasiones, te aleja de la realidad en el análisis de un duelo. En este caso, el partido de Manuel Sánchez no me convenció, le vimos dubitativo con balón y alguna pérdida que pudo costar cara. Toda mi consideración al partidazo que se marcó en la Nueva Condomina, aunque hay que tener cuidado pues un día así puede ponerte las cosas complicadas en un playoff. En general, el Elche no desplegó un juego brillante pero supo actuar necesariamente acorde a la necesidad de los minutos y fue efectivo. Y eso, en una eliminatoria, es clave.
Desde Islandia, ¡a por el Sporting B!