El profesor sustituto de Villarreal
José Manuel Noguera, profesor de Periodismo en la UCAM, opina sobre la actualidad del Elche CF tras el último empate ante el Villarreal B
Si hay algo de lo que desconfían los alumnos, con razón, es de los profesores sustitutos que aparecen en días clave del curso. Nunca sabes si van o vienen. Si llegan para comerse el mundo o para pasar de todo olímpicamente. Si te van a exigir el máximo porque quieren ser pronto profesor titular o si llegan despistados con su móvil y van a jugar contigo con la misma intensidad que un nieto juega con su abuelo en el parque. Una semana con un profesor sustituto es imprevisible.
Salvo si es familiar tuyo, el profesor sustituto siempre cae mal a todo el mundo. Tú sabes que tiene talento y lo aprecias cuando lo ves en una clase que no es la tuya, lo que te saca de tus casillas es que quiera demostrarlo contigo, en tu clase, enfrente de tus amigos. Y lo peor es que si se equivoca no pasa nada, no hay consecuencias para él, pero a ti te deja con las vergüenzas al aire. Delante de tus amigos, en tu clase. Hay quienes incluso abogan por una enseñanza sin profesores sustituto. Adulteran la educación, dicen.
No sé si adulteran o simplemente molestan pero el peor profesor sustituto que recuerdo fue precisamente de Villarreal. Era un examen, a pocas semanas de acabar el curso, en 2010. La ilusión por pasar de curso gracias al examen de aquel día era desmedida, 32.000 personas esperando que el sustituto no pusiera más problemas de los que cabe esperar en un joven talentoso que comienza en esto pero al que, a buen seguro, le podrá el ambiente. Pero no le pudo, le puso. Le encantó ver un Martínez Valero lleno y bien que lo disfrutó.
El examen era a todas luces injusto, el sustituto, ese que venía sin presión porque si se equivoca no hay consecuencias para él, puso en liza a un tal Marco Rubén, a Matilla, a Jefferson Montero y a Hernán Pérez. Y si esa noche hubiésemos sabido que pocos años más tarde esos jugadores se convertirían nada menos que en Marco Rubén, en Matilla (el de antes de las lesiones), en Jefferson Montero y en Hernán Pérez, nos hubiese dado igual. Pero absoluta y completamente igual. Porque ese año en mi clase había un tal Willy Caballero en la puerta, con compañeros como Acciari, Trejo, Wakaso y Jorge Molina. Dirigidos por un tal Bordalás. Como para tenerle miedo a un profesor sustituto de Villarreal.
Pero la historia del Elche CF está llena de resbalones. De zancadillas en los despachos y de resbalones en el terreno de juego. ¿Han visto ustedes alguna vez resbalarse a Willy Caballero? Yo sí, en un partido de 2010, a pocas semanas de acabar el curso y en un córner sacado por Jefferson Montero. Probablemente el único gol olímpico que ha encajado Willy en su carrera y el inicio de una tragicomedia donde se empató un 0-2 con uno menos y se encajó el 2-3 en el 78. Es difícil salir vivo cuando te juegas la vida contra alguien talentoso que no tiene literalmente nada que perder.
Pero este domingo, otra vez contra un profesor sustituto de Villarreal, no hubo resbalones. Sí los hubo entre semana, de Golobart en sus redes sociales, como acostumbra, pero por fortuna en el terreno de juego estuvo contundente. Como acostumbra. Nos vendieron entre semana que el examen sería fácil, que en realidad venía el sustituto del sustituto. Como si eso fuera una ventaja en lugar de una doble amenaza.
No hubo resbalones, no hubo goles en contra y se murió en el área contraria con una volea de Iván Sánchez que de haber entrado hubiese transformado, por arte de magia, el conformismo de todo el partido en una admirable solidez que supo esperar su momento para dar el zarpazo final. Qué quieren que les diga, contra el talentoso profesor sustituto de Villarreal y en su casa (bueno, en el patio de su casa), a mí me vale. Y los que vengan detrás que aprieten los codos y me cuenten luego cómo te enfrentas a un profesor sustituto que juega sin presión.
José Manuel Noguera es profesor de Periodismo en la UCAM