Queridos Reyes, no me rompan el juguete del Elche CF
José Manuel Noguera, profesor de Periodismo en la UCAM, nos ofrece su punto de vista sobre el Elche CF en este inicio de año 2018
Dice el escritor mexicano Juan Villoro que un estadio de fútbol es el mejor lugar para tener un padre. Y uno, recién estrenado en esto de la paternidad y a punto de celebrar su primer día de Reyes con esta condición, se pregunta si el resto de padres que hay en el Martínez Valero consideran esta visita quincenal un regalo para sus hijos o más bien un castigo para el que no se porte bien.
Si es lo segundo sería muy cruel, porque un juguete que no te gusta lo puedes romper, incluso puedes disimular que lo has perdido, pero un estadio de más de treinta mil butacas es difícil esconderlo o disimular que no lo ves cada vez que pasas cerca. La mirada se te va irremediablemente al menos un par de segundos, suficientes para entremezclar los recuerdos de lo que viviste con los sueños de lo que te gustaría vivir en ese mismo estadio.
Las miradas de padres e hijos son diferentes y complementarias en ese inmenso juguete que es un campo de fútbol. El padre mira con nostalgia, buscando recuerdos de cosas que ya vivió, algo que le recuerde a Marcial, Llompart, Lico… o sin soñar tanto, al menos algo que le recuerde a Ariel Zárate, Héctor Berenguel, Juanmi o Eloy Jiménez, porque para tener ídolos no hace falta estar en Primera División, basta con acudir cada quince días al mismo sitio.
Mientras, la mirada del hijo es proyectiva, hacia adelante, ilusionada en lugar de nostálgica. Busca indicios de quién puede ser el próximo Marcial, Llompart o Lico, aunque nunca haya oído hablar de esos tres. El hijo busca con paciencia en cada jugada el regate improbable, incluso en Segunda B, donde lo improbable es ver un regate.
Padres e hijos juegan a cosas diferentes cada quince días, pero en el mismo lugar y con el mismo juguete, el estadio Martínez Valero. Un juguete carísimo por cierto. “El milagro será pagarlo”, dicen que contestó Manuel Martínez Valero en una ocasión ante un comentario sobre la grandeza del campo. Ese mismo comentario es una fiel radiografía del modus operandi de los directivos ilicitanos que tendría el club décadas después.
Pero mejor recuperemos la mirada optimista del niño, porque en el fondo estamos hablando de niños y no tanto de hijos, todos somos hijos de alguien hasta que nos morimos pero no todos somos niños, desgraciadamente. El niño busca el regate improbable en cada jugada, pero no de forma utópica, sino plenamente convencido de que puede ocurrir y de que si parpadea se lo puede perder.
Con esa mirada estoy pendiente de Josico, Jony, Josan y de todos los que vengan (aunque sus nombres no empiecen por jota). Son los primeros regalos navideños y no serán los últimos, porque para mí también será un regalo que Collantes empiece a tomar mejores decisiones en el campo o que Sory deje de intentar lo que no sabe hacer, por ejemplo. Y esto creo que va a ocurrir, porque Josico es de esos entrenadores que compensan su falta de aciertos con la progresiva eliminación de errores. En mi sobre a los Reyes Magos pido aciertos en el campo, algún regate improbable, pero sobre todo una constante y progresiva eliminación de errores, como dirían en el tenis, no forzados.
Y hablando de sobres y regalos, todo indica que el próximo mes de febrero Manuel Illueca abrirá un último sobre para darle el Elche CF a José Sepulcre, y probablemente lo hará con el mismo pensamiento que tiene un padre cuando regala en Reyes un bonito juguete a su hijo torpe: “O se olvida de esto pronto y se lo da a otro, o lo terminará rompiendo”.
Así que, queridos Reyes Magos, no me rompan este viejo juguete que al menos sirve para que padres e hijos jueguen juntos en el mismo sitio cada quince días.
José Manuel Noguera es profesor de Periodismo en la UCAM