Me gustan los entrenadores valientes. Los que salen a por los partidos como si no hubiera un mañana. Los que, en un arrebato de inconsciencia, se enfrentan al reto de ser bravo en este deporte y los que dentro del riguroso orden táctico que exige el fútbol de nuestro país montan un desorden de manera voluntaria para confundir al equipo rival. Así es como me sentí al ver los primeros 30 minutos del Valencia Mestalla-Elche, que terminó con empate loco a tres goles. Podrá gustar más o menos, pero a mí eso de que haya en el campo una idea de afrontar un partido tan transparente me pone mucho.
Parafraseando a Vetusta Morla, disculparemos la osadía de Pacheta porque ser valiente no es solo cuestión de suerte, es también de trabajo. El equipo fue a presionar al filial valencianista muy arriba en el campo, tratando de ahogarlo en su salida y, mira por dónde, dos jugadas en las que el Elche obligó al equipo local a mandar en largo dos balones acabaron en los dos primeros goles. Precisamente, en lo que más venía sufriendo el equipo con Josico: las transiciones defensivas. Un flashback.
El partido dejó varios apuntes. Por un lado, sobrevolaron las dudas de conceder tres goles ante el Valencia Mestalla. Por otro, Sory vuelve a recuperar las buenas sensaciones que había perdido durante un tiempo.
Y esta semana un hueso duro: el Lleida Esportiu. Los catalanes compitieron muy bien en el Rico Pérez en el último partido y están a dos puntos del playoff de ascenso. Habrá que ver si el entrenador franjiverde es tan aventurado como lo fue en la capital del Turia.