ADIÓS A UNO DE LAS MEJORES MENTES DE ELCHE

Enseñar por desborde: para Eduardo Vaquero

El fallecimiento del profesor Eduardo Vaquero ha llenado de tristeza y dolor a sus familiares, amigos, compañeros y alumnos, como recuerda el director del instituto La Asunción, Félix Arias Sánchez

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Elche |

Los profesores de Filosofía Félix Arias, Eduardo Vaquero, Ana Llinares y Francisco Gelardo, en el acto de jubilación de Vaquero en el año 2004. | Instituto La Asunción

Esta es la nueva pedagogía, la que tú has practicado: enseñar por desborde. La sabiduría es tanta, es tanta la curiosidad, el sentido de la realidad, el respeto, la admiración, el amor por los alumnos… que te desbordaba y llegaba a los que te rodeaban. La enseñanza que practicabas con tus alumnos y amigos no es la de los vasos comunicantes, que iguala o empobrece, es la del desborde porque tú sigues lleno siempre, pero los que están cerca reciben mucho. Así es como siempre te he visto, Eduardo.

Se hace muy extraño ponerse a escribir unas líneas sobre ti, al regresar a casa, después de tu sepelio. Nunca habría pensado hacer esto. Estoy llenando el teclado de lágrimas. Hoy no quiero escribir un discurso erudito, hoy solo quiero llorar por lo que hemos perdido, recordar y prometer que mientras los que te hemos conocido sigamos aquí, no te habrás ido del todo.

Mi hijo me decía hoy que hemos perdido a una de las mejores mentes de Elche. Creo que es así. Es posible que muchos ilicitanos no hayan tenido la suerte de recibir tus clases, de conocerte, que no te hayan pedido autógrafos por la calle. Es posible que no tuvieses seguidores en las redes sociales, que no aparezcas en los libros de texto o que no tengas una calle con tu nombre (aunque eso seguro que tiene solución). Pero tus reflexiones siempre pertinentes, tu ironía, tu hablar claro llamando a las cosas por su nombre, tu naturalidad no han quedado en saco roto. Las guardaremos como nuestro mejor tesoro.

Cuan equivocado estaba tu admirado Aristóteles, cuando afirmaba que, ante la disyuntiva de elegir entre la verdad y los amigos, se quedaba con la verdad. Tú le has corregido y mejorado porque has elegido las dos. Nunca has renunciado a decir la verdad, una verdad razonada y fundada, una verdad con argumentos. Y, al mismo tiempo, has conservado y ganado amigos. Perdona el atrevimiento, pero yo siempre me he considerado uno de esos amigos, es más me he considerado un ahijado tuyo. Desde el día en que te conocí en nuestro Instituto, en La Asunción, allá por 1991, me has tratado como a un hijo adoptivo, me has ayudado, aconsejado, remendado lecturas, abierto tu casa, regalado el conocimiento de tu mujer Sofía y tus hijas Sofía y Toñi, de tus nietos por las fotos que siempre enseñabas en el móvil.

Un proverbio árabe dice que "las cosas no valen por el tiempo que duran, sino por las huellas que dejan". Tu tiempo debería haber sido más largo, no esperábamos tener que despedirte todavía, pero te aseguro que has dejado huella. Puedo afirmar que muy pocas personas sabrán más Filosofía que tú, seguro que nadie de Filosofía política. Pero tus conocimientos no se quedaban ahí, dominabas amplias zonas del saber psicológico, de la historia, la literatura, latín, geografía… Y eso no es poco hoy en día, nunca lo ha sido. Pero siendo fundamental esa sabiduría, no lo es menos tu respeto hacia todos, tu manera de tratar a todo el que se ponía por delante, el cariño que nos has regalado, tu humildad.

Como decías en tu discurso de jubilación, refiriéndote al elogio de Pericles a los ciudadanos caídos, quizá quien no te haya conocido pueda pensar que hoy es lo que tocaba y que lo que digo es exagerado, pero quien te haya conocido sabe muy bien que no es así. No puedo escribir más. Solamente quiero darte las gracias, recordarte el amor y el respeto profundo que siento por ti. Es un honor, un privilegio haber compartido parte de mi vida contigo.

Félix Arias Sánchez es director del Instituto La Asunción de Elche