En femenino (con ‘O’)
La abogada ilicitana Cristina Birlanga opina sobre el feminismo y afirma que no hay que confundir "derechos con capacidades"
¡¡¡Qué bien que hoy sea el Día Internacional de la Mujer!!! Menos mal que me lo recuerdan... Casi se me olvida que lo soy y a punto ha estado de salirme bigote... ¡¡¡Qué meritazo el mío, qué bien escogí, que era yo sólo ovulo e iba rechazando soldaditos por carga de género inadecuada!!!
Una, que cuando habla de cosas políticamente incorrectas, lo hace desde su experiencia, milita en el feminismo que define la R.A.E. en su primera acepción: “1. m. Ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres”.
Me declaro “feminista y viceversa”: también los hombres deben tener los mismos derechos que las mujeres. Lo malo es cuando se confunde “derechos” con “capacidades” y, por desgracia, generalmente, quien lo hace, tiene el derecho a ser inteligente pero no la capacidad.
A una niña no hay que decirle que puede hacer lo mismo que un chico porque pones en su mente una limitación que ella no sabía que existía. A una niña hay que decirle que puede. Igual que a un niño, porque el género no te hace más listo o más tonto, más o menos habilidoso. Eso es herencia, educación, esfuerzo y evolución; desde luego, nada que se potencie desnudándote dentro de una Iglesia o yendo a pecho descubierto ante una cumbre de presidentes.
El feminismo victimista que promueve hoy una huelga no es una ideología con la que comulgue. Yo no soy una víctima, yo soy una privilegiada porque, por herencia, educación y evolución (lo del esfuerzo lo llevo un poco peor, la verdad) puedo optar a casi todo lo que me proponga y lo agradezco cada día, y no admito injusticias con otras personas ni conmigo misma, pero no he de bajarme de mis tacones ni renunciar a mi feminidad para que me reconozcan mis méritos. Al revés, mis tácticas de mujer son un valor añadido del que me aprovecho con total impunidad.
¿Una huelga? ¿En serio? ¿Vamos a hacer huelga por unos derechos que ya tenemos reconocidos en este país? ¿Nos manifestamos, de paso, para que nadie defraude a la Agencia Tributaria? Porque, hasta donde yo sé, la Ley lo prohíbe, igual que prohíbe nuestra Constitución, en su art. 14, la discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.
Es de necios y una corruptela confundir la igualdad ante la Ley con el ser iguales en general, pero queda muy bien como eslogan para masas (y ya sabemos que el individuo es inteligente pero la masa es ignorante) y así nos sacamos de la manga la paridad cuando lo importante es el talento. A mí me importa un bledo si en un incendio me salva la abuelita de Piolín o un bombero de pelo en pecho, yo lo que quiero que quien venga sea la persona más preparada para ello.
Personalmente, creo que una de las ventajas de ser mujer es poder disfrutar de las diferencias al tratar con hombres. Y lo digo con conocimiento de causa, no porque sea un pendón (que podría) sino porque tengo hijos, sobrino, cuñado, amigos y puedo asegurar que son admirables la mayor parte del tiempo. Mi vida es mucho más interesante con ellos a mi lado. Y mucho mejor: soy más lista gracias al empeño de mi padre en que estudiara, soy más empática gracias a mis hijos, soy más práctica gracias a mis amigos e, incluso, soy más guapa gracias a las espadas toledanas que me pone mi guapólogo y que él sutilmente llama “hilos de ácido hialurónico”...
¿Me han tratado con condescencia en alguna ocasión por ser mujer? Sí. ¿Me he sentido ofendida? No. Y os voy a decir por qué: porque el que se ha comportado así conmigo lo ha hecho respondiendo a sus propias carencias y yo no peleo con imbéciles, les dejo seguir siéndolo en paz y eso es bastante venganza.
Muy cínica sería si, existiendo mujeres de verdad sufriendo en otras partes del mundo, o habiendo existido mujeres que han dado su vida o su tranquilidad por conseguir esos derechos de los que disfruto ahora, yo me sintiera víctima por un halago, porque me abran la puerta o porque alguien me subestime. Yo sé quién soy y lo que tolere cuando protegerme esté en mi mano será mi responsabilidad.
Sé que hay quienes no son tan afortunadas como yo para enfrentarse a aquello que puede frenarlas pero eso no se arregla tratándolas como discapacitadas sino enseñándoles su potencial, cada una el suyo, que tampoco tendrán todas el mismo. No cometamos el error de educar sólo en derechos porque el sentido común es necesario y no lo estamos practicando. Nuestras hijas tienen derecho a ir en pantalón breve (que eso que he visto yo últimamente no es corto, eso se termina enseguida) y derecho a no ser atacadas en una calle oscura de madrugada, igual que tienen derecho a llevar tirantes y pulseras de diamantes y pasear por el Bronx a las dos de la madrugada, pero se están arriesgando porque esos derechos no son superpoderes y la maldad existe, y existirá por milenios. Derechos, sentido común y educación. Creo que se acerca mucho más a una formula efectiva que “derechos, manifestaciones y ataques”.
Me encanta ser mujer. Y las lentejuelas, los zapatos imposibles, batir las pestañas y abatir defensas, ser dramática y luego reírme de ello, cuidar a los míos, atacar en Sala, trabajar hasta tarde porque me sienta inspirada, discutir con Fiscalía, buscar estrategias, ganar un caso, indignarme por una sentencia, tomarme una cerveza con mis amigos, preocuparme por mi peso, encontrar el maquillaje perfecto... En definitiva, disfrutar de este mundo y esta condición para rendir homenaje a todas aquellas que, antes de mí, no pudieron exprimir la vida por convencionalismo y limitaciones impuestos pero que pelearon para que yo me sienta ahora libre de llegar donde desee.
Y a las locas estas tan de moda que hoy gritaréis semidesnudas, haréis vuestra una ideología política excluyendo a las demás y radicalizaréis una lucha que es de todos (con ‘O’), os doy una esperanza: cuando dejéis de actuar como cabras y empecéis a actuar como mujeres, veréis cuántos matices maravillosos tiene...