La fachada del edificio de Riegos el Progreso se está convirtiendo en el particular muro de los despropósitos colectivo de Elche y en un nuevo y sangrante ejemplo de devastación del legado urbanístico ilicitano.
Despropósito municipal porque no han tenido la sensibilidad para darle uso al edifico o conservar lo más característico del inmueble, la fachada, y facilitar la ordenación de la calle.
Despropósito de la Administración autonómica que no se ha movido hasta que las piquetas han empezado la demolición a pesar de estar advertida. Los responsables sabrán por qué.
Despropósito de los colectivos cívicos que actúan de forma reactiva, cuando parte del desastre o la totalidad no tiene remedio, en lugar de hacer un seguimiento de aquello que les importa.
Ahora, después de que amparados en la burocracia o en el pasotismo se haya consentido un desmán urbanístico más, nos tocará pagar las indemnizaciones correspondientes a los propietarios que han obtenido sus licencias municipales y actuaban en consecuencia. Pero claro, ese dinero no saldrá de los bolsillos de quienes irresponsablemente lo desprotegieron o de quienes paralizan la obra por no haber actuado a tiempo. Lo pagaremos, como siempre, entre todos, sin que se depuren responsabilidades.
Pero... ¿Quién indemniza a los comercios, a los hosteleros y a los hoteleros de la zona, o a los sufridos ciudadanos que han padecido los atascos?
La respuesta es sencilla: nadie.
Y mira que se han cometido tropelías en esta ciudad como el destrozo de la fachada neoárabe que estuvo enfrente, la Casa Gómez, o el monumental desastre del Carrer Major de la Vila, con retranqueos, soportales y distintas alineaciones de fachada, en un espacio salpicado de edificios de dudosa estética, justo en el corazón histórico ciudad.
Por tanto, después de este nuevo desatino, urge tomar medidas para controlar a los que han demostrado tanta incapacidad y conservar el escaso patrimonio arquitectónico que queda. Si no es así estamos condenados a llorarlo primero y a añorarlo después.