Paseando por el centro
Antonio Parreño, periodista ilicitano de TVE, opina en Onda Cero Elche sobre la peatonalización de la Corredora
Parece que este año se avanzará al fin en la peatonalización de la Corredera, una medida que lleva años anunciándose pero que siempre ha contado con el rechazo de los comerciantes del centro, que alegan que, al dificultarse el acceso con el coche, la afluencia a sus comercios baja y con ello sus ventas.
Es una queja que siempre me ha sorprendido porque, a simple vista, la impresión que uno se lleva en otras ciudades es la contraria. Allá donde se peatonalizan calles éstas se llenan de gente paseando, disfrutando en terrazas y, también, comprando en las tiendas. Es la sensación que tengo cuando veo cómo ha cambiado, por ejemplo, la calle Hospital desde que se peatonalizó. Ganar espacios para el peatón es una tendencia imparable en todas partes, y es difícil de entender por qué Elche sigue siendo, en parte, una excepción, y más siendo una ciudad que disfruta de buen tiempo casi todo el año y que quiere atraer a cada vez más turistas. ¿Qué mejor que tener un centro sin coches?
En toda España, las zonas más comerciales y turísticas de las ciudades se han ido peatonalizando progresivamente en los últimos años, bajo gobiernos de uno y otro signo político. Y es un escenario que se repite en casi toda Europa, en capitales y en ciudades más pequeñas. En Madrid, el barrio de las Letras, Lavapiés, Malasaña o Chueca son ya casi en su totalidad zonas de tráfico restringido, igual que el entorno de la Puerta del Sol: no hay más que ver cómo está Preciados, Callao o la calle Arenal a diario, abarrotadas de gente a todas horas. El comercio allí no parece haberse resentido, al contrario. Un poco más allá, la calle Fuencarral, tras su cierre al tráfico, se ha convertido en una nueva milla de oro de la moda. Hasta en la Gran Vía se corta el tráfico los fines de semana y se van a reducir los carriles al mínimo con las obras próximas.
En mi época de enviado especial me tocó ir a Líbano justo después del conflicto entre Hizbulá e Israel en 2006, cuando las tropas españolas se desplegaron allí dentro de la misión de la ONU. Las bombas habían vuelto a caer en varios barrios de Beirut cuando todavía se recuperaba de una guerra civil que había durado 20 años. Recuerdo que me llamó la atención ver decenas de terrazas rebosantes de gente de todas las edades, deseosa de vivir y disfrutar, por las calles del centro. ¡Unas calles que, entre guerra y guerra, les había dado tiempo a peatonalizar!