Elche es una ciudad que se ha hecho a sí misma, lo que significa que sus mujeres y sus hombres han configurado nuestra realidad, una sociedad civil acompañada a veces por algunos dirigentes y empresarios serios que han tirado del carro para encarar los retos que se le plantearon y se plantean hoy también, retos socioeconómicos, urbanísticos, ecológicos, culturales y laborales, a los que mas que discursos tenemos que echarles coraje y acción. Debemos decidir en qué mundo queremos participar y cómo participar en el.
Elche debe ser exigente consigo misma y con sus dirigentes, una ciudad que canalice modelos de desarrollo y fomente la iniciativa privada comprometida con el crecimiento, que genera recursos tanto en el centro de la ciudad como en los barrios y pedanías, porque las inversiones públicas como las que el Distrito Digital proyecta se van a Alicante y luego nos dirán que son para la provincia y la Comunidad.
La mejor versión de Elche es la que debate, discute, pero finalmente toma decisiones y las lleva a cabo sin prejuicios.
El Elche valiente es el que, además de arriesgar y atreverse a encontrar sus propias soluciones, sienta precedentes que puedan seducir a otras poblaciones por ser atractivas, sabiendo que nunca será perfecta pero si comprometida con todas las consecuencias.
Estamos solos en la provincia y en la Comunidad pero sabemos hacer las cosas; solo necesitamos que nos dejen al menos hacerlas, ya que ayudas no vamos a recibir de nadie.