un tropiezo en la red carpet

Lo que os espera

Cristina Birlanga estrena sección de opinión en Onda Cero Elche para mostrarnos su particular visión de la vida; no le hagáis mucho caso: tiene cuatro dioptrías y se niega a usar gafas...

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Cristina Birlanga colabora en Onda Cero Elche con su sección 'Un tropiezo en la Red Carpet'. | Onda Cero Elche

Cuando era jovencita, me gustaba tanto hablar que mi madre me hacía llevar, al salir de casa, aspirinas en el bolsillo con la promesa de ofrecerlas cada diez minutos a quien estuviera conmigo.

Esa maldad maternal no me afectaba en absoluto porque la seguridad en mí misma nacía de la certeza de saber perfectamente y sin lugar a dudas cómo iba ser yo de adulta: inteligentísima, madre generosa, profesional brillante. Ni siquiera iba a caminar como el resto de los mortales: yo flotaría…

No he dado ni una. Lo más cerca que estoy de ser una madre “generosa” es cuando deseo regalar a uno de mis hijos pero creo que ese tipo de generosidad no da puntos; lo de profesional “brillante” lo cumplo a rajatabla porque le he puesto lentejuelas a mi toga y llevo encima tanta bisutería que los guardias civiles de la puerta del Juzgado no me dejan pasar por el arco de seguridad por si lo fundo; inteligente lo soy a ratos, otras veces el tinte me cala y mis neuronas cogen una borrachera de decoloración que les impide conectar con la realidad... Soy un desastre con patas. Si Quevedo viviera, me hubiese hecho un poema: “Érase una mujer a un desastre pegada, / érase un desastre superlativo…”.

Esa es mi esencia, y mi vida gira en torno a situaciones políticamente incorrectas. Disfruto los piropos, me gustan todas las fiestas (las de aquí, las importadas, las inventadas y las que me monto yo solita en mi cabeza), me declaro “feminista y viceversa” (también deben los hombres tener los mismos derechos que las mujeres), la vanidad es mi bandera, hago deporte por envidia (si mis amigas se ponen estupendas, yo también), considero una buena discusión como un placer insuperable, uso únicamente el plural masculino para incluir a un grupo de personas de distinto género (con lo que hablo, imaginaos cuánto tiempo perdería duplicando palabras inútilmente)…

Me gusta la gente y contar mi vida. Y soy tan afortunada que ahora me permiten hacerlo aquí. Cabe la posibilidad de que os importe un pito y reconozco que, al principio, me preocupaba pero, más tarde, recordé a un personaje de Oscar Wilde diciendo: “No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo”. Y así se me pasó la angustia…