El regreso de la Dama, ¿más cerca?
Antonio Parreño, periodista ilicitano de TVE, opina en Onda Cero sobre el posible regreso de la Dama de Elche a su ciudad
El nuevo gobierno socialista salido de la victoriosa moción de censura presentada por Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy supone una evidente ventana de oportunidad para Elche. A priori siempre es favorable que el ejecutivo sea del mismo signo político que el de la Alcaldía, y el hecho de que varios de los nuevos ministros sean valencianos hace pensar que serán más sensibles a algunas de las demandas de la ciudad.
Esto es especialmente cierto en lo que respecta a la reivindicación histórica del regreso de la Dama de Elche. El gobierno del Partido Popular ha hecho oídos sordos durante estos últimos años a las peticiones del ayuntamiento ilicitano para una nueva cesión de la escultura. Sin oponerse claramente cuando el Ayuntamiento estaba gobernado por el PP, tras producirse el cambio del gobierno local hace tres años la negativa se convirtió en firme, y más aún a la reivindicación de un regreso permanente.
Ahora, todas las circunstancias parecen converger para allanar el camino a ese regreso. La vicepresidenta Carmen Calvo, peso pesado en el nuevo ejecutivo, fue la responsable de gestionar como ministra de Cultura la cesión de la Dama en 2006, que muy pocos podrán negar que se saldó con un éxito considerable.
El único inconveniente parece ser el tiempo: nadie sabe cuánto puede durar este gobierno, dada la precariedad de la mayoría parlamentaria con la que cuenta. Y esa precariedad puede llevar al ejecutivo a considerar la cesión de la Dama como un asunto no prioritario ante los desafíos que tiene por delante.
Desde Madrid las cosas no se ven de la misma manera que desde Elche, eso hay que tenerlo en cuenta. Siempre ha habido argumentos, digamos de filosofía política, para oponerse a un traslado de la Dama, que tienen que ver con cómo se concibe el Estado y los límites de la descentralización. También con la gestión del patrimonio cultural y de los museos del Estado: la Dama de Elche es una de las estrellas del Museo Arqueológico Nacional, que perdería parte de su atractivo con su marcha.
La cesión temporal de la Dama en 2006 demostró que Elche podía albergar el busto con las mejores condiciones ambientales y de seguridad. Al menos tan buenas como las del Museo Arqueológico Nacional, cuya capacidad quedó en entredicho hace unos meses con el bochornoso episodio de la hormiga descubierta por un visitante paseándose por la estatua. Una anécdota, sí, pero que acabó de golpe con el mito de que el MAN siempre será el lugar donde mejor custodiada estará la Dama. Y un argumento más para los que opinan que hay que superar la visión centralista del patrimonio y que es perfectamente posible y deseable que la Dama esté expuesta en Elche, acompañada del adecuado proyecto museístico que se ha planteado.
Creo que el apoyo al regreso de la Dama es prácticamente total entre los ilicitanos. Aparte de la inyección de autoestima, los beneficios en términos económicos, de proyección turística y cultural para la ciudad serían indudables, al convertirla en referente nacional e internacional del arte ibérico. Es lo que ocurrió en 2006, donde el interés que despertó la llegada del busto se tradujo en inmensas colas a las puertas del Palacio de Altamira. Y no habrá un solo ilicitano que no esté dispuesto a poner su granito de arena para conseguir el objetivo de que la Dama vuelva a Elche.
Con todo, el contexto actual es muy distinto al de 2006. En 2018 seguimos a vueltas con el desafío secesionista en Cataluña y el gobierno socialista depende de los votos nacionalistas en el Congreso para sostenerse –entre ellos, los de Compromís, que forma parte del gobierno valenciano y del gobierno local y que, lógicamente, ha hecho bandera de la “devolución” de la Dama-. En ese escenario, aceptar una demanda que tanto tiene que ver con la identidad podría ser duramente criticado –y aprovechado- por PP y C’s como una cesión inasumible. ¿Optará el gobierno, a menos de un año de las elecciones municipales, por dar curso a la reivindicación ilicitana o por enfriar las expectativas creadas para ahorrarse un problema más?