OPINIÓN

"Al Rey también le ha tocado vivir tiempos convulsos"

Victoria Rodríguez, jurista y politóloga, reflexiona sobre el papel de la monarquía coincidiendo con el 50 cumpleaños de Felipe VI

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Elche |

Victoria Rodríguez, jurista, politóloga y profesora universitaria. | Onda Cero Elche

El 30 de enero el Rey Felipe VI cumplió 50 años. Con este motivo la Casa Real ha distribuido un vídeo que presenta a la sociedad momentos cotidianos de la Familia Real. Una familia como tantas otras que disfruta de la tranquilidad de una comida o que también comparte con el resto de familias los madrugones para llevar a sus hijos al cole. No era necesario, pero lo han querido hacer para acercarse a los ciudadanos.

Al Rey también le ha tocado vivir tiempos convulsos, los propios de toda una generación que sufre la crisis económica, las innovaciones tecnológicas con sus ventajas y desventajas y la libertad del insulto fácil en las redes sociales donde los ciudadanos a veces se amparan en el derecho de la crítica aunque ésta no siempre sea fundada.

Cuando el Rey Juan Carlos abdicó, la Corona se encontraba fuertemente erosionada por motivos que todos conocemos. La sucesión al trono de Felipe VI fue muy acertada en un momento político donde emergían nuevas formaciones políticas, como PODEMOS que escondían bajo sus siglas un cuestionamiento de la Monarquía como forma de Estado. El Rey, en su discurso como heredero se presentó como un Rey crítico con la corrupción, recordaba que la Justicia es igual para todos, con el caso Noós en plena efervescencia, y manifestaba que había que luchar por la generación de empleo y la superación de la crisis económica. “Una Monarquía renovada para un tiempo nuevo”, decía ante las Cortes Generales, fieles testigos de la soberanía nacional.

En una Monarquía Parlamentaria el poder no reside en el Rey sino en el Parlamento, siendo el Monarca el vértice de los poderes del Estado y el más alto representante del mismo.

La preparación y formación que tiene nuestro Monarca es un aval al ejercicio de su labor que es aplaudida por muchos. De hecho, según el CIS un año antes de la abdicación de Juan Carlos I, la Monarquía era valorada por los ciudadanos, con 3,6, la nota más baja desde que se tiene registros, sin embargo, en abril de 2015, último dato publicado por este Organismo, la valoración social de la Monarquía ha subido a un 4,3. A los que critican sin cesar el papel del Jefe del Estado habría que recordarles que los partidos políticos tienen una valoración de un 2,8. Por tanto que se aplique el cuento más de uno y ante el discurso fácil de lo que cuesta mantener la Casa Real, también hay que recordar que un Jefe de Estado en una República no vive de sus propios recursos, ni de forma altruista. A la objeción al tema de la elección democrática, que sería el verdadero argumento de peso para sostener un cambio de modelo, hay que tener en cuenta que la historia pasada y contemporánea nos recuerda las muchas veces que los ciudadanos y los pueblos “han elegido mal”, eso sí muy democráticamente.