Me gusta el fútbol, todavía conservo en mi memoria las tardes de domingo con mi abuelo sentado en la primera fila de fondo sur en el campo de Altabix y me gusta el deporte en general por lo que tiene de emoción personal y emoción compartida, porque es un evento social. Me gusta por lo que tiene de estratégico en los despachos y en los vestuarios, y de táctico en el terreno de juego, pero sobre todo porque es una metáfora que nos sirve porque es sobre todo; pasión, inteligencia, grupo, individuo, gloria y decepción, ideas y sentido practico, frustración y esperanza, capacidad técnica, capacidad emotiva, motivación, cultura, valores, principios (o falta de los mismos), esfuerzo, merito, suerte… victoria y derrotas. En definitiva, es un proceso de transformación constante que planifica en el corto, en el medio y en el largo plazo.
Esta historia me sirve para recordar que al final en Elche todo acaba en un proyecto de transformación urbana, porque esos es lo que cuenta: como transformamos el espacio urbano que compartimos los ciudadanos para que sea más nuestro, más de todos, más abierto y menos codificado.
Comprender como vivimos y hacia dónde vamos es clave para proyectar la ciudad.
Como decía el poeta Foix “me enamora lo antiguo, me exalta lo nuevo”. Preservar el pasado y reconocerlo está bien pero debe movernos el futuro que es donde habitarán nuestros hijos.