OPINIÓN | JOSÉ MARÍA SAN-MATÍAS

Permítanme que no me quede callado

El cierre de toda actividad comercial mantiene en vilo el futuro de las PYMES, así como el de los autónomos, que deben seguir cumpliendo con sus obligaciones en una situación de bloqueo por la pandemia del coronavirus

José María San-Matías

Elche |

Terrazas vacías en una calle del centro de Madrid. | Ignacio Pereira

El bien común por encima del individual. Ahora y siempre. Lealtad con el país y su ciudadanía, desde el primer momento. Pero permítanme que, como empresario de la hostelería, me quite la mordaza y exprese mis sentimientos. No puedo imponerme la ley del silencio con la que nos está cayendo. Es simplemente imposible.

Cómo vamos a estar callados si nos han cerrado las empresas, nos están saqueando a impuestos, nos obligan a seguir pagando alquileres, hipotecas, suministros… Nos prohíben reducir plantillas, a pesar de no tener ventas, y tendremos que asumir los gastos de la tramitación de los ERTEs para luego devolver ese dinero si no mantenemos a todos los empleados durante seis meses, a sabiendas de que el consumo bajará y que será imposible mantener la estructura. ¡Qué más quisiéramos!

La solución que ofrece el Gobierno, a aquel que no pueda afrontar sus pagos, es que pida créditos para liquidar las deudas que sigue generando mientras dure el cierre. Mientras tanto, el pequeño y mediano empresario se queda sin sueldo, no puede facturar y vislumbra un panorama económico en el que se augura una caída del consumo sin precedentes. Sobre todo, en la gran mayoría de sectores estratégicos.

Nadie se acuerda de que algunos han avalado sus empresas con sus casas y ahora ambos activos están desprotegidos, con un riesgo preocupante y evidente. Parece que nadie lo tiene en cuenta. Lo que sorprende de esta situación es que el Gobierno insista con el error de créditos y aplazos a la misma vez que pulsa el botón para cobrarte las cuotas. Al final también acabará ahogando al que genera empleo. Francamente, cuesta entenderlo.

No se puede vender que de esta crisis saldremos entre todos, cuando a la mayoría de los cargos públicos se les paga el 100% por quedarse en casa y a nuestro colectivo siguen sembrando la sombra de la duda en cada comparecencia (sin libertad para preguntas) cuando vamos a pagar, y con creces, la crisis que se avecina para intentar sostener al sistema. Si un autónomo tiene cero ingresos, es de sentido común y de justicia que debe pagar cero impuestos y no moratorias de pago.

A todo esto se suma que 22 países de Europa han ampliado el plazo para pagar impuestos y han suspendido los controles fiscales. Por el contrario, el Ministerio de Hacienda en España directamente se niega. De momento, en abril ya ha arrancado la campaña de la declaración de la renta correspondiente al ejercicio de 2019, que finalizará, como estaba previsto, el 30 de junio.

Aquí cada uno tendrá su forma de ver las cosas. Las opiniones son libres, pero los hechos son sagrados. Y la realidad es la que es: las ruedas de prensa de este Gobierno son fuegos artificiales, con palabras enlatadas y un fondo totalmente vacío de contenido. Ni se ofrecen ayudas ni se atisban soluciones. El Estado garantiza, eso sí, que no haya desahucios y cortes de suministros a los que ya no les quede más remedio que dejar de pagar. Sin empresas y autónomos no hay empleo; sin trabajo no hay recursos. El Gobierno sigue al pie de la letra el manual de cómo arruinar un país.

Me parece fantástica la medida que permite que el trabajador por cuenta ajena cobre durante la crisis el 70% del sueldo por parte del Estado, pero si no se ayuda también a las empresas con medidas fiscales, dentro de unos meses empezarán a tramitarse miles de EREs (sin la T) con despidos masivos ya los negocios y las industrias habrán quebrado.

El empresario no es el demonio y quiere el bien común, como todos. Siempre se ha caracterizado por llevarse bien con todos los partidos políticos, aunque aquí se ha iniciado una cruzada muy peligrosa y sin precedentes contra el propio empresario. Tras esta crisis, a muchos les va a costar poner buena cara porque les han atacado en la línea de flotación, dejándonos tirados, ocultando información y atentando contra nuestra salud, contra nuestra libertad y contra nuestra economía familiar.

Los españoles siempre hemos sido luchadores incansables y no me cabe ninguna duda de que saldremos de esta con mucho esfuerzo y el sacrificio de todos, pero asusta pensar que estamos abocados, a corto plazo, a una crisis sin precedentes donde no solo está en peligro la quiebra económica de muchas empresas, sino también la del propio Estado.