La alegría va por barrios. Y el boxeo no es una excepción. Mientras que en Inglaterra sacan pecho por la victoria en el séptimo asalto de Josh Warrington sobre Kiko Martínez, desde la esquina de 'La Sensación' sigue manando la indignación, la impotencia y la rabia por las malas artes del británico, con el beneplácito del árbitro, del juez y de la organización de la velada. Vicente Fernández, entrenador de Kiko, vivió desde la esquina la encerrona que sufrió el campeón de Torrellano y carga duramente contra el réferi Marcus McDonnell: "La actuación del árbitro es para meterlo en la cárcel".
Si bien el madrileño Tinín Rodríguez es el primer responsable de la dirección en la esquina de Kiko Martínez, quien le entrena a diario es el ilicitano Vicente Fernández, responsable del Club de Boxeo Evolution Elche. Desde el rincón del campeón español, Fernández destacó que, por encima de cualquier otra irregularidad, lo "más grave" que observaron fue la inacción del médico ante la brecha que se le abrió a Kiko en el primer asalto, como consecuencia de un cabezazo intencionado de su rival: "Ricky Pow (tercero de la esquina) fue a liársela al médico para que subiera al cuadrilátero y revisara la herida sangrante de Kiko. Su respuesta fue que sólo lo haría si el árbitro (también inglés) se lo reclamaba. Ahí nos dimos cuenta de que era una encerrona, de que estaba todo premeditado". Hasta el cuarto asalto existe la opción de declarar el combate nulo, pero a partir del quinto ya mandan las cartulinas.
Vicente Fernández asegura que cuando llegó al vestuario y vio "dos mil mensajes en su móvil" se dio cuenta de la verdadera magnitud de lo que había pasado ya que por televisión se observaron los cabezazos y codazos "mucho mejor que en directo, en muchas ocasiones tapados por el árbitro" y por el fragor de la pelea.
También descartó que hubiesen meditado parar la pelea porque eso Kiko Martínez "nunca se lo hubiese perdonado porque se estaba jugando un Mundial". "Kiko estaba entero y reaccionaba bien. Ante Kid Galahad lo pasó peor, aunque él es capaz de resolver un combate con un golpe en un segundo, pero la gente ve la sangre y enseguida se alarma", aclaró.
Ahora Kiko Martínez descansa junto a su mujer y sus hijas en Torrellano. Ya desde el lunes haciendo ejercicios y elíptica. El guerrero de Torrellano no desfallece y mantiene la guardia alta ante su forma de vida: "Puedo perder o ganar, pero para enseñarle a mis hijas a no rendirse hay que levantarse". Ahora sólo su familia y él saben qué les deparará el futuro, a sus 36 años ya cumplidos.