José Bordalás, nuevo entrenador del Valencia, apasionado del cine histórico y amante del Imperio Romano, afrontará su nuevo reto en el banquillo con el objetivo de devolver al equipo de Mestalla el carácter competitivo y la personalidad tras un par de temporadas repletas de circunstancias negativas.
Bordalás, al que apodan 'El Romano' en su círculo más cercano, es el centurión al que se ha encomendado el Valencia para volver a recuperar el sitio que le corresponde en el fútbol. Apelando a su rango en el ejército de Mestalla, se aferra a la fuerza de la entidad y de su grada -“Mestalla ruge”, dijo en su presentación”- para hacer valer su mando táctico y de gestión, valiéndose de sus virtudes de resistencia, templanza y capacidad de liderazgo. Bordalás es la nueva espina dorsal del proyecto del Valencia.
La llegada del técnico alicantino, que suele rodearse de su propia guardia pretoriana (Javier Vidal, Sergio Mora o Patri, como técnicos; antes otros Albacar, Molina, Pelegrín o Mantecón, como futbolistas), a la que defiende con vehemencia a cambio de compromiso y fidelidad, supone una terapia de choque para el vestuario che. Con independencia de la categoría en la que milite su equipo, el técnico siempre ha exigido el máximo compromiso y ha sacado todo el rendimiento posible a sus jugadores.
A Bordalás le gusta el buen fútbol, pero mucho más ganar. Con el paso de los años, ha ido moderando su carácter volcánico y ha ampliado su catálogo futbolístico, pasando de la vocación ofensiva de sus inicios a construir equipos mucho más equilibrados y fuertes defensivamente.
Prometedor futbolista de finales de los 80, una lesión en la rodilla frustró su carrera y aceleró su paso a los banquillos. El Bordalás futbolista era un atacante fino, zurdo y de calidad. Su primer banquillo fue el filial del Alicante, al que convirtió en una máquina goleadora en las categorías regionales. Dio el salto al primer equipo, en Tercera, para pasar al Benidorm, en Segunda B, club en el que había jugado y con el que siempre tuvo una excelente relación.
Cruyffista confeso -llegó a tener una foto del holandés en su perfil de whatsapp-, Bordalás vivió su primera experiencia amarga en Eldense, en un club con graves problemas económicos. Desilusionado, el alicantino estuvo cerca de dejar los banquillos. Un amigo le ofreció entrenar, casi por hobby, un equipo amateur, el Atlético Muchavista, en Alicante. Bordalás aceptó por compromiso y lo hizo campeón con récord de puntos y ascenso a meses del final del campeonato. “Era una locura; se lo tomaba en serio y nos exigía como si fuéramos profesionales”, recuerdan aún los componentes de aquel equipo.
El gran Alicante que patroneó Antonio Solana lo recuperó para su banquillo. El técnico, con un fútbol atractivo, estuvo a punto de ascender dos veces con el Alicante a Segunda División, al que hizo, por primera y única vez en su historia, campeón de Segunda B. El Lorca de Unay Emery se cruzó en su camino y le apeó de un ascenso que parecía cantado. Ahora ambos pasan por ser los entrenadores de los dos equipos más representativos del fútbol de la Comunitat: Valencia y Villarreal.
Lo intentó sin fortuna en el Hércules, entidad en la que se formó como jugador, al que salvó de un descenso, siendo destituido, la temporada siguiente, a las pocas jornadas de comenzar el campeonato. Esa espina, la de no haber podido triunfar en el Rico Pérez, en el gran club de su ciudad, aún le acompaña.
Tras hacer campeón al Alcoyano de Segunda B y quedarse de nuevo a las puertas del ascenso, Bordalás firmó por un Elche en zona de descenso, penúltimo en la tabla después de seis jornadas y con el golpe moral de ser goleado en Alicante ante el Hércules, su eterno rival. Esa misma campaña logró meterlo, en su primer año, en la pelea por el ascenso y lo clasificó sexto. En Elche hizo Pichichi a Jorge Molina, a quien luego reclutó para su Getafe. En su segunda temporada, el equipo ilicitano, acostumbrado a penar por Segunda, se convirtió en protagonista de la competición y se quedó a un gol de Primera en una polémica eliminatoria ante el Granada. Ahí experimentó el gran salto de su carrera deportiva.
Tras mantener varios meses líder al Elche, Bordalás es destituido en su tercera temporada. Su salida del Martínez Valero supone un punto de inflexión, ya que por fin se decide a probar suerte lejos de la provincia de Alicante, tierra a la que está arraigado y a la que vuelve siempre que puede.
Por entonces, y a base de decepciones en el momento decisivo, Bordalás ya ha actualizado su ideario de juego, que parte de la premisa de tener intensidad y saber adaptarse a las posibilidades de sus jugadores. Se negocia el estilo y el sistema, pero no el compromiso.
Alcorcón, al que acerca al ascenso, y sobre todo Deportivo Alavés y Getafe, a los que devuelve a Primera con dos ascensos consecutivos, marcaron el inicio de su viaje a la élite. En su debut en Primera, con el equipo madrileño, demostró que la categoría no le venía grande. Y que ese espíritu competitivo, agresivo y exigente vale tanto para los campos de tierra como para competir en Europa.