El Elche ha logrado la permanencia matemática en Primera División a falta de dos jornadas para que termine la Liga. En realidad, desde hace varias semanas tenía perfilado el objetivo gracias a la reacción del equipo de Francisco, que apenas ha tenido que sufrir para alcanzar esa meta que se marcó a principios de temporada. Después de 47 años, el Elche jugará por tercer curso seguido en la máxima categoría y confirma así su mejor momento deportivo y económico desde que descendió, en 1978, a Segunda tras cinco campañas seguidas en la élite.
Dice el refranero español que el éxito tiene muchos padres y que el fracaso es huérfano. El fútbol no es una excepción. Las victorias se rodean de numerosos acompañantes y las derrotas carecen de aliados. Un descenso hubiese señalado al gran culpable, al que toma las decisiones. Bragarnik, ¿se acuerdan? El dueño del Elche y el máximo responsable de cuantas decisiones se han tomado en el Club desde diciembre de 2019. Las buenas y las malas.
Bragarnik, quien no ha ofrecido entrevistas en España y quien mañana cumple un año desde su única rueda de prensa en el estadio Martínez Valero. Fue el 13 de mayo de 2021, cuando el equipo estaba en su peor momento. Entonces, dio la cara para reforzar a la figura del entrenador, para reconocer sus fallos y para confirmar que su intención no era vender, sino intentar hacer un Elche grande. El empresario argentino se expuso a pecho descubierto ante los medios, durante más de una hora, para contestar a cuantas preguntas se le cuestionaron.
El propietario del Elche, o el dueño total (EDT, como le bautizó mi amigo Santi Martínez en Twitter), evidenció credibilidad y derrochó seguridad. El mismo Bragarnik al que se había acusado de venir a hacer negocio, de querer usar el club como escaparate para sus representados, de querer dar un pase para sacar rédito a la operación con Sepulcre, de ocultar capitales oscuros, de no ser transparente o de ser ave de paso. Desde entonces, han pasado casi tres años. Que lo cuenten como quieran.
¿Quién se acuerda ahora de Bragarnik? Al dueño del Elche sólo se le ha visto en imágenes celebrando las victorias del equipo y compartiendo fotos en todos los escenarios en los que ha jugado su equipo, como uno más del vestuario, como haría cualquier aficionado. Si el Elche hubiese bajado, ahora sí se acordarían de Bragarnik. Y del Bocha. Y de Carucha. Y de Papagna. Hasta Pini volvería a los noticiarios. Todos ellos, los que hundieron al club, los que llegaron para hacer negocio, los que emplearon el vestuario para acomodar a sus paquetes. Cómo no, los que se alinearon con Sepulcre (el miércoles, por cierto, celebrando la permanencia en el palco) para que, por primera vez, hubiese un dueño de fuera. El éxito se da por hecho y el fracaso siempre tiene señalados.
Pues bien, tomen nota porque vamos a hacer memoria. El Elche no tiene deuda. El Elche ha reformado internamente su estadio. El Elche cuenta con jugadores cotizados en el mercado. El Elche presume de un gran entrenador, implicado y cercano, que ha sabido sobreponerse a la alargada sombra de Escribá. El Elche tiene buenas relaciones con el Ayuntamiento, con la Liga y con la Federación. Me da que es respetado, más allá de los árbitros. El Elche que no ha necesitado agotar su presupuesto para quedarse en Primera. El Elche que busca terrenos para su ciudad deportiva. El Elche que quiere asear la imagen externa de su estadio y que no renuncia a reconstruir los anexos. El Elche que le gana el pleito a la Comisión Europea y el Elche que gana el recurso ante Apelación por Mojica. El Elche que sigue en Primera. El Elche que sueña algún día, por qué no, con jugar en Europa.
Este Elche también es aquel firmó a Danilo para completar la plantilla de Pacheta. El que anunció con ilusión los fichajes de Lucumí, El Ruso o Miño. El que confió en Nico para la cesión de Koné o para la apuesta de Tete. Sí, el que tiró a Pacheta para contratar a Almirón. Sí, ese mismo. El que no renovó a Óscar Gil porque, sin conocer a fondo al chaval, dudaba de la cantidad de años y de ceros que se habían sumado en su contrato. El que obra se equivoca. Pero también el que maniobró a tiempo para encomendarse a Escribá cuando se necesitaba un impulsó anímico. Y el que fue frío para sustituirle cuando el vestuario navegaba a la deriva. El mismo que sacó a coste cero a los argentinos que vinieron de relleno o el que hizo caja con los traspasos de Rigoni y Benedetto. El Elche que revalorizó a Boyé, Mojica, Omar o Gumbau. Todos ellos sin contar con la dirección deportiva.
El mismo Elche que debe darle una vuelta a cómo mejorar la asistencia al Martínez Valero. Mi padre no tiene ni Instagram ni Twitter; seguramente, el tuyo tampoco. El Elche, eso sí, que ya está en L’Aljub y que mima al Elche Genuine. El Elche que no debe faltar al adiós de sus históricos y que debe preparar a lo grande su Centenario, como si se sólo se celebrara una vez cada cien años.
Seguro que mucha gente no estará de acuerdo con todo esto, y yo lo respeto. Algún día las cosas saldrán al revés. Y si para entonces nos daremos prisa en dilapidar al que toma en las decisiones, aprovechemos el buen momento para reconocer los éxitos del proyecto de Bragarnik. Cuando salgan mal, ya habrá quien recuerde este pensamiento en voz alta, y yo lo respeto. Mientras tanto, espero que la propiedad no se venda y que se mantenga esta hoja de ruta para seguir haciendo crecer a la entidad. Es justo reconocer los éxitos de este Elche, el Elche de Bragarnik, ¿se acuerdan?