No sólo Almirón estaba contra las cuerdas. Los malos resultados (y el juego) del equipo han mantenido al técnico argentino en una eterna encrucijada desde que el equipo dejara de ganar allá por el mes de octubre. El rendimiento era decepcionante y la sensación de no tener un proyecto se hacía cada vez más patente salvo honrosas excepciones, como la segunda parte contra el Villarreal.
Pero Almirón no era el único cuestionado. Al fin y al cabo, el proyecto deportivo del Elche CF pasó este año por las manos del dueño del club. Los medios nos mostraron las horas que invertía en las oficinas del estadio supervisando una a una las apuestas en el mercado de fichajes. Los fichajes, además, traían su sello. Si la plantilla no funcionaba, si el equipo estaba descompensado, si faltaban centrales de jerarquía, si no había un lateral izquierdo fiable o un creador de juego capaz de marcar el ritmo de juego la culpa no podía ser únicamente de Almirón.
Seguramente era y es posible sacarle más punta a la plantilla. Seguramente se puede construir una estructura más sólida y con más capacidad para pisar campo contrario. Pero la culpa no podía ser sólo de Almirón. Entre los aficionados al Elche CF se sabía y se comentaba, desde el inicio de temporada, que en la plantilla, que los fichajes, no aparecían suficientes refuerzos para un vestuario que quedaba muy debilitado. Los que llegaron para el lateral derecho no funcionaban mejor que Óscar Gil. Tampoco los del lado izquierdo lo hacían mejor que Juan Cruz. Y todavía no he encontrado la razón que explique por qué Iván Sánchez, un jugador de extraordinaria calidad técnica, no tenía cabida en este proyecto.
A toro pasado es fácil comprobar que Bragarnik se equivocó en alguna de estas decisiones. También en prescindir de Pacheta para traer a un Almirón que no ha sabido gestionar el reto. Por eso, las culpas y los reproches no iban sólo dirigidas hacia el entrenador argentino. Los dedos empezaban a apuntar directamente al propietario. Tampoco hay que olvidarse de la dirección deportiva, liderada por Nico Rodríguez y sus dos ayudantes: Dani Carmona y Sergio Mantecón. Ninguno de sus fichajes ha aportado activo a la entidad y el coste total de sus salarios está por encima de los 800.000 euros en Primera. Es la herencia de Sepulcre que todavía colea. Contratos a lo Pepe.
Bragarnik, hombre de fútbol, seguramente era consciente de que los únicos cortafuegos que tenía a su disposición para no sufrir la ira franjiverde eran el entrenador, que no había calado entre la afición, y la propia pandemia, que mantenía alejada al público del estadio. Pero la situación deportiva seguía agravándose. Ni la delicada situación sanitaria que vivía Elche evitó la concentración de coches en las inmediaciones del Martínez Valero. El primer muro se iba derrumbando. El segundo, el del entrenador, se desmoronó el viernes por la noche. La fragilidad defensiva y anímica del equipo se volvió a ver con nitidez y Almirón decidió marcharse.
Bragarnik quedaba al descubierto. Sin entrenador, con el proyecto tambaleándose y sin los refuerzos de invierno que la afición esperaba. Sin embargo, el mandatario argentino ha sabido dar un golpe de efecto. En 24 horas ha llevado a Elche a dos de las personas más queridas por la afición. Al míster que lideró al mejor Elche del siglo XXI y al jugador que se jugó sus rodillas para hacer realidad nuestros sueños. Escribá y Generelo.
La decisión permite a Bragarnik levantar un nuevo muro y esta vez más alto y robusto que el primero. Hablamos de dos héroes locales que sí se han ganado el derecho a la paciencia e, incluso, a la derrota. El derecho a intentarlo y, por qué no, fracasar. En el deporte no siempre se gana. Dos trabajadores extraordinarios con los que volver a enchufar a una afición cercana a la muerte por aburrimiento y que veía cómo la simple lucha por el descenso se complicaba. Se corría el riesgo de descender sin poder luchar.
Ahora, la situación es bien distinta. Escribá y Generelo tratarán de salvar al equipo y de luchar con todo. Pero, salvo desastre total, nadie pedirá sus cabezas si a final de año no se consigue el objetivo. De eso también se ha hablado en las conversaciones con Bragarnik, Les pediremos que se queden, que nos acompañen y que nos ayuden a volver a levantar un proyecto que ponga a este equipo, y a su ciudad, donde merece estar.
Ojalá no sea necesario. Ojalá Escribá y Generelo vuelvan a obrar el milagro. La mejor noticia es la clasificación. Matemáticamente, el Elche no está hundido. Los números dicen que quedan 17 partidos y que la salvación está a tres puntos, los que se podrían ganar el sábado ante el Eibar. Hay que ganar esta semana y después iremos viendo. Partido a partido, ¿les suena? La situación es crítica y complicada, pero Escribá se ganó el crédito. Si consiguió la salvación con Adrián González como único pivote defensivo, con LaLiga en contra y sin cobrar en toda la segunda vuelta... ¿por qué no ahora?