En España aproximadamente el seis por ciento de la población adulta no tiene acceso a internet. Es gente con suerte. No tuvieron que leer el sábado pasado en Twitter a todas las personas que de repente empezaron a echar de menos cosas. “Ojalá no echemos de menos el penalti de Fidel”. “Ojalá no echemos de menos esto y los puntos de Valladolid”.
Pero la cosa no se detuvo ahí. “Ojalá no echemos de menos el penalti de Fidel, esos puntos de Valladolid y el de Benzemá en el último minuto”. La sucesión de cosas echadas de menos se fundió en una cadena interminable que incluía tanto la ocasión fallada por Pere Milla en la jornada 1 ante la Real Sociedad (que suponía el empate) como echar de menos lo que el Real Betis no pagó por Jorge Molina. Una pena, porque en realidad decir “ojalá no echemos de menos esto” es una profecía auto-cumplida: si lo dices es porque ya lo estás echando de menos.
Es lo que tiene volver la vista hacia atrás, es adictivo y poco recomendable, porque te instala en un lugar que no es el actual y desde el que poco puedes hacer. Instalado en el pasado es imposible construir nada.
Me acordé de uno de los libros menos conocidos de Héctor García, un alicantino afincado en Japón desde hace quince años. En “Ichigo-Ichie. Haz de cada instante algo único”, García explica junto a Francesc Miralles la versión oriental del famoso Carpe Diem, la filosofía de aprovechar el momento al máximo. Es el recordatorio japonés de algo que ya sabemos, que instalarte en el pasado te lleva a la depresión y hacerlo en el futuro te genera ataques de ansiedad. Sólo se vive desde el presente.
De ansiedad y depresiones se sabe mucho en el fútbol, que son estados de ánimo con fecha de caducidad de siete días (de tres, con los calendarios del fútbol moderno). Y además son estados de ánimo totalmente cortoplacistas y absurdos. El Eibar ahora está de subidón. Y va último. El Elche deprimido, tras cuatro puntos de nueve en casa, pero si esos mismos cuatro puntos hubiesen sido por victoria con Valladolid y empate con Atlético, posiblemente estaría de subidón.
La salvación está ahora en quién se cuenta a sí mismo la mentira más gorda. Quién se auto convence de que no pasa nada. De que es posible. De que ya no vale echar de menos nada ni mirar cómo de negro es el calendario que queda. Cuenta el aquí y ahora. Y así durante cuatro partidos.
En el último episodio de la serie True Detective –primera temporada-, el agente Marty Hart (Woody Harrelson), cansado de ver y perseguir el horror, mira el cielo de noche y confiesa que nunca lo había visto todo tan oscuro. Su compañero, el detective Cohle (Matthew McConaughey), prefiere mirar a las estrellas y le contesta que al contrario, que nunca había visto tanta luz en la oscuridad. Y así estamos todos en la lucha por la permanencia: decidiendo si miramos a la oscuridad o a las estrellas.