Gente que no cambia
José Manuel Noguera, profesor de Periodismo en la UCAM, opina sobre la actualidad del Elche CF cuando ya se ha superado el primer cuarto de competición en Primera División
Dice el escritor Frédéric Beigbeder, en una de sus mejores novelas, que la publicidad no desea la felicidad de nadie porque la gente feliz no consume. La idea es una losa para la lógica comercial de las navidades, pero suena a manual de instrucciones si piensas en la Navidad confinada que nos espera.
Consumir como fin en sí mismo, cambiar en definitiva para que nada cambie, es el camino corto y fácil de todo, en lugar de hacer siempre lo mismo para mejorar con el tiempo, que es el camino largo y difícil para todo. Porque para la mayoría la estabilidad es el cambio constante. Cambiar de casa, de coche, de ropa… de coche otra vez, de ropa otra vez. Cambiar de todo y a todas horas aunque no lo necesites y sobre todo, si no lo necesitas. El cambio es señal de progreso. Debe de ser por eso que desde 1980 llevamos en este país nada menos que ocho leyes generales de educación, la última aprobada hace unos días.
Y dice otro escritor, Agustín Fernández Mallo, que la pandemia ha mostrado cómo gran parte de la población es incapaz de construirse un mundo propio que no esté relacionado con el consumo de bienes. En esa vorágine de cambio que nos presiona desde todas las pantallas, el fútbol es de las pocas cosas que nos permite agarrarnos a algo rutinario y estable durante la tormenta, porque sus reglas nos las sabemos, las escritas y las tácitas. Y si además nuestro Elche CF se encuentra décimo en Primera División en la jornada diez, con dos partidos menos, entrenador nuevo, jugadores nuevos y una pretemporada hecha de aquella manera, esa estabilidad natural que nos da el fútbol se mezcla a ratos con felicidad.
Pero los que cambian de coche por puro aburrimiento parece que quieren algo más, no les basta un Elche CF décimo en Primera División. Esta semana he leído en unos cuantos sitios que tenemos un problema: “Almirón no hace cambios”. Boom. Toma ya. Cuando escuché semejante análisis por tercera vez me fui corriendo a ver la tabla clasificatoria de nuevo, incluso le di la vuelta por si la estaba viendo al revés. Pero dio igual, porque cuando estás en mitad de tabla sigues estando en la mitad aunque le des la vuelta a la clasificación.
“Oye, que no haces cambios”. A mí esto más que crítica y con los tiempos que corren, me parece el mayor de los elogios. Es como si un periodista, en la Copa de Europa que el Barça le gana a la Sampdoria en 1992, le preguntase a Koeman: “Oye sí, que tu gol y el título muy bien, pero… ¿no crees que el equipo no ha sabido contener las subidas por banda de Lombardo?”. A los amantes de los cambios el resultado final les da igual, porque el cambio es el resultado en sí mismo.
Almirón llegó a la casa del Levante con la banda izquierda tiritando y Rigoni lesionado (que es tu cambio diferencial ahora mismo), y aún así hubo repaso táctico a Paco López en la segunda parte y empate más que merecido. Pero el problema es que Almirón no hace cambios. Oiga usted, váyase a cambiar de coche de nuevo –por no decir a otro sitio- y déjenos tranquilos a nosotros y a Almirón, que bastante tiene con hacer un equipo estable y sólido en medio de tanto caos, tanto experto en pandemias y tanto entrenador de balonmano. Yo soy feliz sin consumir.
José Manuel Noguera es profesor de Periodismo en la UCAM