¿Cómo está Jonathas?
Me encuentro muy bien, pensando mucho en lo que he hecho a lo largo de mi trayectoria deportiva y en todos los equipos en los que he estado. La verdad es que estoy muy agradecido por todo lo que ha pasado y construido en mi carrera. Me siento muy feliz por eso.
¿En qué punto se encuentra en este momento?
Pensando en qué es mejor para mi familia y para mí. Estoy hablando con Bruno Ferreira (su amigo, preparador y representante) sobre mi futuro. Me queda algún año de buen fútbol, pero estoy un poco tocado por todo lo que ha pasado en mi carrera y en mi vida durante las últimas temporadas. Quiero seguir dos o tres años más y, a partir de ahí, centrarme en mi proyecto de fútbol base en Brasil para hacer cosas aquí. Quiero seguir ligado al fútbol. Tengo una empresa en mi país que representa a jóvenes talentos y quiero trabajar en ella para ayudar a las promesas, colaborando con todos los equipos en los que yo estuve, aportando jugadores.
¿Cuál es la espina que le queda de sus últimas temporadas?
Pienso en los últimos equipos en los que he estado en Brasil. Siempre me adapté bien en Europa, donde me ha ilusionado mucho jugar. Las últimas dos temporadas en Brasil me han dejado tocado. El fútbol de aquí no es tanto para mí y me cansé un poco de eso. No sé qué haré la próxima temporada. Si llega algo importante de España, me lo pensaré. Ahora mismo, tengo otras cosas. Me ilusiona ayudar a los chicos de Brasil porque hay mucha calidad, pero faltan oportunidades. Hay que darles una opción de demostrar, como la tuve yo, para jugar en Europa. Hay mucho talento, pero no hay sitio en los grandes equipos. La gente de la calle se merece esa opción de demostrar.
¿Quién le dio esa gran oportunidad al pequeño Jonathas de Jesus?
Siempre digo que mi madre fue la persona más importante de mi vida. No tengo palabras para describirla. Ella me hizo ser profesional. Cuando tenía siete años, me sacó de la calle de mi ciudad para ir a jugar. Me llevó a Cruzeiro. Estoy agradecido a muchas personas. Cada entrenador, ayudante o compañero que he tenido han contribuido a que yo sea el Jonathas de hoy, el que jugó y marcó muchos goles en Europa, pero mi madre ha sido la más importante en mi vida. Lo hizo todo por mí, me convirtió en un hombre y en un jugador. Solo pienso en ella, que ahora que está en el cielo y pensando en mí desde ahí arriba.
¿Y su padre?
No llegué a conocerle. Cuando ya era profesional y me decidí a tener contacto con él, falleció. Fue una semana antes de que yo viajara a Brasil para reunirme con él. Tuvo en un accidente fatal cuando se cayó desde una terraza.
Mi madre ha sido la persona más importante de mi vida; a mi padre no llegué a conocerlo
Pasó ocho años en el Cruzeiro. ¿Cómo recuerda sus inicios?
Ese club fue muy importante para mí. Llegué a Cruzeiro con diez años, hasta que fui mayor de edad. Allí pasé de todo lo bueno y lo malo, cosas que me han servido para crecer y aprender. Era un niño y me divertía jugar al fútbol. Con 18 años ya comencé a pensar en que podría ser un gran futbolista y ser famoso para cambiar la vida de mi familia, de la gente que estaba a mi alrededor. Mi etapa en el Cruzeiro me hizo pasar de ser un niño a un hombre de carácter, de mucho valor.
¿Cómo fue su primera experiencia en el AZ Alkmaar de Holanda?
Estaba en Cruzeiro y el presidente me llamó desde su despacho un sábado. Quería renovarme cuatro años más, pero yo ya tenía ofertas de Europa, de equipos de Holanda e Italia. Hablé con él porque quería ir a cumplir mi sueño. Mi perfil ayudaba mucho a integrarme en ese nuevo fútbol, así que tomamos esa decisión. En dos días, el AZ Alkmaar me envió la oferta oficial y en una semana ya estaba en Holanda. Pagaron cinco millones de euros de traspaso. Era muy joven, con apenas unos partidos en la primera plantilla de Cruzeiro, pero llamó la atención el torneo que jugué con la sub-20 en Japón, donde marqué muchos goles y fui el mejor. Eso despertó el interés de Europa.
¿Cómo fue su adaptación a Países Bajos?
Llegué solo, sin saber el frío que hacía allí. Únicamente llevaba una chaqueta. En casa y por la calle, sentía el helor del clima, pero cuando estaba en el campo todo desaparecía. Un día, en el club, el director deportivo me dijo: “Jonathas, ¿es que tú no tienes frío?”. Respondí que sí, pero que no tenía dinero para comprarme nada más. Entonces me dieron 500 euros y me fui a un centro comercial a por pantalones, un abrigo, ropa de invierno… Me costó adaptarme, pero yo sólo quería jugar al fútbol; en el campo se me olvidaba todo porque allí me divertía mucho. El idioma holandés también era un problema al principio porque la gente es verdad que hablaba inglés, pero yo no entendía nada; no fue fácil para mí. Después de dos o tres semanas, ya estaba adaptado.
No tuvo mucho protagonismo en la máxima competición…
Me ficharon por tres temporadas y lo que me había dicho el representante que me llevó al AZ Alkmaar es que iba a jugar en el primer equipo, pero los dos primeros años los pasé en el filial. Marcaba dos o tres goles por partido, hasta que me dieron la oportunidad de subir a Primera poco a poco, hasta que comencé a marcar. Cuando ya estaba en la primera plantilla y me querían ampliar el contrato, me llamaron desde Brasil para comunicarme que mi madre estaba muy enferma. Rápidamente volé para estar con ella. Cuando llegué al hospital, el médico me dijo que le quedaban dos o tres meses de vida. Ni se me pasó por la cabeza otra cosa que no fuera estar con ella. Quería estar con mi madre hasta el final. El presidente del AZ Alkmaar me llamaba para decirme que si no volvía pronto, me rescindirían el contrato. No me importó, le dije que lo entendía. Me mandaron una carta y me dejaron en la calle. Estuve varios meses sin jugar, pensando en dejarlo, pero volví por ella. Eso era lo que quería mi mamá.
¿Y entonces?
Me llamó el Brescia, en la Serie A de Italia, marqué algunos goles pero descendimos. Entonces me fichó el Pescara. Era un equipo recién ascendido, que no estaba muy preparado para jugar en la elite, ante los grandes equipos italianos. Lo pasamos mal en lo deportivo. Mino Raiola me llevó a probar al Fulham inglés, donde estuve un par de semanas. Otra vez el frío, los días nubosos. Me pasaba el día entrenándome en el gimnasio, parecía que me preparaba para luchar en lugar de jugar al fútbol. Me puse muy fuerte, pero no quería quedarme. Una tarde, Vicenzo Raiola estaba hablando por teléfono con el presidente del Latina de Italia. Y de fondo dije: “Dile que me fiche”. El presidente preguntó que quién hablaba y cuando Vincenzo dijo que era Jonathas puso el manos libres. Me pidió que me fuera a ese equipo y le dije que no tenía dinero para lo que cobraba y él me respondió que dinero no, pero que iba a jugar mucho y que las ofertas llegarían después. Colgamos el teléfono y al día siguiente estaba allí. Fue una gran decisión. Lo jugué todo y fui el máximo goleador. A final de temporada podía elegir entre muchas ofertas, sobre todo de España y Holanda.
Concretamente, el Elche y ni más ni menos que el PSV. ¿Cómo demonios le convenció Víctor Orta?
Tuve con él una charla de fútbol muy tranquila. Sabía toda mi trayectoria y conocía de lo que era capaz. Me dijo que el Elche era el equipo ideal para proyectar mi carrera, con un gran entrenador y con jugadores muy buenos para marcar goles, como Pedro Mosquera, Mario Pasalic, Gary Rodrigues… Me convenció y, sin duda, la llamada de Víctor Orta para fichar por el Elche cambió mi vida. Mino Raiola era amigo del presidente del PSV y no entendía que prefiriese irme al Elche. Y no me equivoqué.
¿Qué pensó cuando llegó a un estadio con un esqueleto de hormigón rodeado de palmeras?
Cuando llegué a Elche, lo único que pensé fue que esa iba a ser la mejor temporada de mi carrera. No miraba ni el calor ni a la ciudad ni pensaba en otra cosa que fuera marcar goles en Primera División. Me entrenaba todos los días como un animal para conseguir el objetivo. Peleaba hasta en los entrenamientos, sin importarme nada más. Al principio no tenía relación con mis compañeros porque estaba centrado en mi meta; luego ellos entendieron cómo era y me aceptaron para ir construyendo cada amistad con ellos. La del Elche, sin duda, fue la mejor temporada de mi carrera. En Elche he vivido los mejores momentos de mi vida. Se lo digo a todos: estoy muy agradecido a Elche por la ciudad, por el club, por la afición y por los periodistas, que me trataron muy bien. Allí cambió mi vida de la noche a la mañana. En Elche nació mi hija Alice; Bianca, en San Sebastián.
¿Cómo sufrió aquel descenso del Elche?
Fue una pena porque hicimos todo el esfuerzo en la ‘cancha’ y nos mantuvimos, pero después, por la mala organización de los directivos, terminamos bajando. Fue muy triste para mí porque ese año iba a ser difícil de olvidar. Todo estaba saliendo muy bien. Si se hubiera mantenido la plantilla, sin salir jugadores, con ese proyecto, el equipo seguro que, en dos o tres años, hubiera jugado la Europa League. Teníamos una base con mucho futuro y también iba a ser difícil mantener a esos futbolistas cuando llegaran equipos más dinero a por ellos.
¿Qué anécdotas guarda de su tiempo en Elche?
Los entrenamientos y los partidos eran intensos, todos dábamos lo mejor. Recuerdo que hacíamos duelos individuales en el campo y las sesiones eran iguales que los partidos. Tuve suerte de encontrarme a un entrenador (Fran Escribá) que comprendía cómo era mi carácter. Él sabía que tenía esa sangre caliente; era un buen tipo. Por eso, tengo que agradecerle mucho a Fran Escribá y a su segundo, Josep Alcàcer, y a Víctor Orta, por supuesto, además de toda la gente que había en el Elche. Me ayudaron mucho porque mi carácter era difícil. La semana debía ser caliente si queríamos ganar. Siempre hablaban conmigo y me decían que si quería ser importante, debía darlo todo en los entrenamientos y en los partidos. Al principio, no hablaba mucho con los compañeros, no tenía grandes amistades; pero, después, cuando empecé a jugar y marcar goles, ellos comprendieron mi manera de ser y fui construyendo esa amistad.
¿Qué le decía Víctor Orta?
Con Víctor nunca tuve una charla ‘caliente’, siempre hablaba con él con tranquilidad porque Víctor (Orta) sabía el jugador que tenía entre manos y que debía aprender a controlarme. Por eso, él ha sido un gran director deportivo, un profesional fantástico. Ese año lo hizo todo como debía, controlando cada tema a la perfección. Sabía hablar el mismo idioma que el jugador y a mí siempre me ayudó de forma positiva. Hizo grandes cosas para que brilláramos en el campo.
¿Cuál fue su mejor gol en Elche?
Para mí, siempre el primero es el más importante porque es el que te abre el camino a los otros. Sin ese gol y esa asistencia contra el Rayo, en Vallecas, podrían haber aparecido las dudas, ya que era el inicio de LaLiga. También recuerdo aquella la elástica contra el Almería, en el estadio Martínez Valero, para la asistencia a Víctor. O el de las gafas de sol, también en Elche…
¿Cómo fue aquello?
Me hice amigo de uno de los fundadores de Hawkers. Esa semana le dije que iba a marcar un gol y que me iba a poner las gafas en el campo. Me decía que no iba a ser capaz. Cuando marqué contra el Deportivo de La Coruña, pronto además, me fui hacia Pepito, nuestro utillero, y me las puse. Dio la vuelta al mundo esa imagen. La gente del club se lo tomó a broma, pero me dijeron que no lo hiciera más. Fue tan natural y tan claro que creo que el árbitro no se dio ni cuenta.
En el último partido de la temporada en casa, en la penúltima jornada, marcó dos goles ante el Athletic Club y dejó el partido con 2-0, forzando la quinta amarilla para adelantar las vacaciones. ¿Por qué se despidió así?
La verdad es que yo ya tenía un contrato con otro club, la Real Sociedad. La temporada había sido muy dura en todos los aspectos, también en lo económico sin cobrar. Además, estaba muy cansado, ya que había corrido mucho en los partidos anteriores, con once o doce kilómetros por jornada. Necesitaba un poco de descanso con mi familia.
A la Real Sociedad llegó como un fichaje estrella. ¿Le pesó esa presión?
Para nada, porque yo siempre he tenido confianza en mi calidad futbolística. Sin embargo, el clima en San Sebastián, con la lluvia y el frío, me afectó un poco. Siempre tenía en mente mi etapa en Elche, donde era querido, hacía buen tiempo y me sentía muy feliz. En la Real Sociedad, tanto el presidente como mis compañeros, me recibieron muy bien. Me equivoqué al querer marcharme tan pronto. Si me hubiese quedado allí, seguro que ahora no estaría en Brasil.
Antes de seguir con su carrera, ¿por qué cree que no tuvo sitio en la selección brasileña?
Estuve muy cerca. En la recta final de mi etapa en el Elche, estuve hablando con Tite y me dijo que si seguía marcando goles como en el Elche, jugaría con Brasil. En ese club comencé bien, pero luego me lesioné y no terminé de adaptarme al juego como en la campaña anterior. Tampoco voy a quitar la parte de culpa que yo tuve. Después de salir de Elche, me dejé influir mucho por mi entorno, me separé de mi mujer, tuve problemas con mi patrimonio; hice cosas que no debía y me equivoqué muchísimo. Podría haber actuado de otra manera, pero mi gratitud hacia mis dos clubes en España es enorme.
En la recta final de mi etapa en el Elche, estuve hablando con Tite y me dijo que si seguía marcando goles como en el Elche, jugaría con Brasil
En Rubin Kazan, sí brilló en el frío de Rusia…
Pensaba que iba a ser un desastre y la verdad es que sólo firmé por dinero. Sin embargo, fue una de las mejores temporadas que hice. Pensé que lo iba a pasar mal en lo personal, pero estuve genial con la familia. Siempre marcaba goles y daba asistencias, pero me tuve que ir por la mala situación del club.
Más frío en Hannover…
Empecé muy bien en el principio de la Bundesliga, marcando el gol de la victoria contra el Schalke, pero nos mataban a correr alrededor de un lago. Era muy duro y yo siempre tenía molestias por aquella manera de trabajar. Empezó a torcerse todo, me llevaba mal con la gente. Me acordaba siempre de Elche y de Italia, cuando terminábamos los entrenamientos y los compañeros y yo nos íbamos a comer. En Alemania, nada. Sufrí una pequeña depresión allí.
Por eso decidió volver a Brasil, al Corinthians.
En mi país todos hablaban de mí y me dejé llevar por las emociones, con muchas fiestas y muchas mujeres. Luego me lesioné en el isquiotibial. Fue una catástrofe. Después de eso, estuve siete meses sin jugar, hasta que recibí la llamada del Elche. La verdad es que estaba en una forma muy mala en ese momento, llevaba siete meses en Brasil sin jugar. Pero si volvía al Elche, no tenía dudas de que iba a marcar goles. No buscaba dinero, solo quería jugar y ser feliz. Sabía que estar en Elche sería genial. Firmé un contrato por objetivos por el ascenso y goles. Me sentí nuevamente un jugador importante; me reencontré con los compañeros que tenía. Y conocí a Nino. Todo cambió para mí. Fue otro Jonathas. Recuperé mi fuerza y mi energía interior, y por eso las cosas salieron bien.
¿Qué se quedó de Nino?
Nino es una leyenda. Me impresionó mucho por su edad, su fuerza y su físico. Su experiencia lo hacía muy fuerte, tanto como jugador como persona. Era un ejemplo para todos, siempre lo miraba como un referente.
¿No tuvo opciones de quedarse en Primera División?
No. En cuanto a la renovación, no llegó ninguna oferta; nadie habló conmigo. Apenas tenía comunicación con la propiedad, sólo habla con Nico Rodríguez. Seguro que si hubiera tenido contacto con el dueño (Christian Bragarnik), le hubiese hecho ver mi ilusión por recuperar mi verdadero nivel. Tuve una oferta de Emiratos Árabes por dos años, pero si el Elche me hubiera hablado para seguir, me hubiese quedado porque Elche es mi casa.
¿Y qué pasó con Pacheta?
Acabé un poco tocado con él por la final del playoff. Pacheta me quitó de ese partido, una cita vital en la que yo quería jugar y ser importante, pero ahora sé que hizo lo justo, lo que tocaba en ese momento. Soñaba con marcar un gol importantísimo para la historia, la ciudad y el club. Saliendo de la cancha, me enfadé un poco con él, pero no debería haberlo hecho. Tendría que haber estado calladito porque pude haber recibido una roja y haber arruinado todo el trabajo del año. Quiero disculparme con Pacheta y le pido perdón aquí por ese gesto que tuve. Esa reacción no fue del Jonathas persona, sino de un profesional que quiere jugar, competir y ser importante. Quiero mirarle a los ojos y decirle que me equivoqué, que fue un gesto que no debería haber hecho. Él me ayudó mucho cuando llegué al Elche cuando me dijo que era uno de los mejores delanteros de la categoría. No hice las cosas correctamente con él. Me tengo que disculpar aprovechando esta entrevista y mostrar gratitud por todo lo que ha hecho por mí. Es un grandísimo entrenador y una mejor persona.
Quiero disculparme con Pacheta y le pido perdón aquí por ese gesto que tuve cuando me cambió en Girona; soñaba con marcar un gol para la historia del Elche
¿Ha vuelto a sufrir algún episodio de depresión?
Eso sólo fue en Alemania por el frío, la gente, todo era diferente en los equipos. Por suerte, ahora tengo salud, amigos y a mi familia, con dos niñas maravillosas. Estoy muy agradecido a toda la gente que me ha ayudado.
Tras pasar por Emiratos Árabes, Odisha India, con David villa como inversor; Náutico e Inter de Limeira. ¿Qué espera de su futuro?
Depende mucho. He hablado mucho con Bruno Ferreira, que es como mi hermano, y sólo quiero salir si siento que voy a estar bien y a disfrutar del fútbol y de la temporada. No quiero ir a ningún sitio donde sea infeliz. Un Jonathas infeliz no va a aportar nada. Cuando disfruto, puedo ofrecer muchas cosas, como hacer goles, que es a lo que estoy acostumbrado. Si me llaman de algún club en España, mis ojos volverán a brillar.