Con la aprobación judicial del convenio de acreedores que le fue presentado, lo que implica la salida del Elche CF SAD del procedimiento concursal, las opciones se le acaban al Instituto Valenciano de Finanzas para hacer valer su legítimo interés en recuperar el dinero al que ha tenido que hacer frente en su condición de fiador del préstamo que la Fundación del Elche solicitó años atrás. De hecho, sólo le queda una bala por disparar: evitar la ampliación de capital que ahora se va a convocar. Ya que, si no lo consigue, su derecho sobre las acciones del Elche se diluirá y pasará a ser una participación irrelevante a efectos de conseguir el control accionarial de la Sociedad Anónima. Lo que, obviamente, hará que su valor será prácticamente inexistente.
No puede menos que sorprender el hecho de que el IVF, que al principio de esta parte tenía todas las bazas en su mano, se vea abocada a esta situación límite, en la que, si hubiera que apostar, pocos lo harían a su favor en estos momentos. El Instituto Valenciano de Finanzas tenía, al principio de este proceso, unas acciones pignoradas a su favor, como garantía a las cantidades a las que había tenido que hacer frente. Además, contaba con la sumisión, por escrito, de la Fundación del Elche CF, que se comprometía a plegarse a sus instrucciones en cualquier Junta de Accionistas que se celebrara. Dado que el préstamo había sido impagado por la Fundación, contaba con la posibilidad de instar la ejecución de su garantía, controlar las acciones que le daban la mayoría. Tenía a todo el aparato administrativo y legal de la Consellería detrás, respaldando sus actuaciones. Y, a pesar de eso, está a punto de causar a la Generalitat, si no lo evita a última hora una resolución poco probable, la pérdida de todo lo que le ha costado el Elche CF (y en similares, si no peores, condiciones se encuentra en el caso del Hércules). Y todo, probablemente, por no haber conseguido hacer valer su derecho sobre las acciones del Elche, convirtiéndolas mucho antes.
No puede si no concluirse que algo ha tenido que hacer el IVF mal, rematadamente mal, para encontrarse en esta situación. Porque se ha puesto de manifiesto que, tanto los fuegos de artificio que acompañaban a cada aparición de su director general, como las decisiones administrativas y las intervenciones en los diferentes procedimientos judiciales (con esa última reclamación de liquidación para la entidad, como esperpéntico estrambote, o es mía o de nadie), han producido un efecto nulo, cuando no directamente negativo, sobre los intereses que pretendía defender. Por eso, y a falta del último clavo de su ataúd, que sería la aprobación ampliación de capital aceptada por el juez del concurso, tiene toda la razón el presidente del Elche CF, Diego García, cuando afirma que la resolución judicial que implica la ratificación del convenio les va a ayudar a llegar a un acuerdo con el IVF, para desgracia de estos, y para satisfacción de los gestores actuales, cuya ejecución judicial ha sido notablemente más eficaz que la seguida desde la Administración. Y tanto que va a ayudar al Consejo a alcanzar un acuerdo. Pero ese acuerdo va a serlo en un sentido completamente diferente al que podría haber sido en el inicio del proceso.
Si, cuando este conflicto se planteó, las partes hubieran tenido que llegar a este mismo acuerdo, la posición de fuerza del IVF le hubiera permitido una solución mucho más beneficiosa a sus intereses. No sabemos si en aquel momento no fue posible debido a la negativa de una de las dos partes, o de las dos. Pero si el IVF no puso todo de su parte en su día para lograrlo (y todo hace indicar que, efectivamente, no lo puso), ahora tiene que estar lamentando profundamente aquella intransigencia. Porque le tocará tragar casi con todo lo que le impongan desde el bando contrario. Lo primero, al anuncio del Elche de que descarta a Skyline como interlocutor en el proceso, y que sólo negociará con el IVF directamente.
En cualquier caso, este proceso se acerca ya a su fin. Al menos, en lo que a la configuración accionarial más o menos definitiva del Elche se refiere, ya que de aquí a dos meses probablemente se sepa cuál va a ser después de esa Junta de Accionistas. Es la última bala que le queda al IVF, veremos si tiene la misma poca puntería que ha demostrado hasta ahora, o esta vez consigue cobrarse la pieza.
Después, quedarán los restantes procedimientos en curso: el recurso contencioso contra el descenso, la reclamación mercantil que aún colea, las querellas en trámite y, además, la calificación que haga el hasta hoy Administrador Concursal del Elche de las responsabilidades de los distintos consejeros en la gestión del club que desembocó en el concurso. Que, visto lo visto, es la única esperanza que le queda a los aficionados de que el enorme sufrimiento padecido con el descenso administrativo, el daño patrimonial y moral que se ha causado en los últimos años al Elche Club de Fútbol y a sus aficionados no quede, como tantas veces pasa, sin castigo. Para todos los hayan sido responsables de ella. Esperemos que, esta vez, la Justicia no nos defraude.