De visita a la capital catalana, Puig ha inaugurado el ciclo de debate con el título "España en el contexto geopolítico de la post-pandemia", organizado por el Círculo de Economía en Barcelona. Una conferencia en la que ha exhibido la "vía valenciana" como un modelo político y económico de éxito y en la que ha propuesto liderar junto a Cataluña una "Commonwealth mediterránea para tender hacia una "España catalana" y una "España de las Españas".
El dirigente socialista ha resumido esa vía valenciana como la del "acuerdo", porque "es hora de puentes, no de trincheras": "Mientras otros territorios han hecho del caos, la confrontación y la fractura su respuesta irresponsable ante el coronavirus, en la sociedad valenciana ha imperado la serenidad, la estabilidad y la confianza". Es por ese motivo que ha tendido la mano a Cataluña y ha propuesto "tejer alianzas", como históricamente han hecho ambas comunidades "desde hace siglos", pero dando ahora "un nuevo impulso en el siglo XXI", porque "vivir de espaldas es una estupidez". "Asumamos una premisa: que nadie puede defender sus intereses en Europa de forma individual, ni Cataluña, ni la Comunidad Valenciana, ni Madrid, aunque sus élites piensen lo contrario. Valencianos y catalanes compartimos intereses y retos en España y Europa, en una economía global", ha señalado. Porque, ha advertido, el "bloqueo catalán" del proceso independentista ha supuesto la "desaparición práctica de las relaciones institucionales" entre ambas comunidades, algo que la suya "vive con dolor" emocional, también "por haber perdido desde hace años un aliado fundamental en la petición de un nuevo sistema de financiación" o el corredor mediterráneo. "Los valencianos necesitamos una Cataluña fuerte y los catalanes necesitan un país de los valencianos más visible. Pero lo primero que urge, desde el máximo respeto, es que Cataluña vuelva a todos los tableros en que se juega el futuro", ha apuntado.
Puig ha expresado que el "trellat" valenciano necesita el "seny" catalán -en alusión a ambas expresiones que significan "cordura" y "sentido común- y ha destacado que esa alianza puede ser el camino para "reinventar España", a través de una "reforma territorial profunda, hacia una España de las Españas".
Armonización fiscal para acabar con los privilegios, no con el autogobierno
Una España que necesita de cinco grandes cambios, entre ellos acabar con la "deriva centralista" y "excepción fiscal" de la Comunidad de Madrid, respecto a lo que ha calificado de "desleal, injusto e insultante" que la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, "presuma" del "dumping fiscal" de su comunidad. También ha urgido a frenar la "hemorragia demográfica" de la España interior, una herida que "no se cura con mapas ni himnos"; abandonar la mirada "uniforme" del país y atender a la diversidad de la España "invisible", dando protagonismo a las periferias; o apostar por una España "cooperadora y equitativa", que solucione las desigualdades y redistribuya recursos y poder. Y, por último, ha reivindicado una "España catalana", que "recomponga afectos con Cataluña" en nombre de la "reconciliación y el interés general", para superar "el bloqueo". "España ha de hacer un paso grande, pero Cataluña también tiene una responsabilidad tras años de deriva unilateral y camino a ningún lugar. Debe salir del callejón y dejar de mirarse en un espejo deformado que refleja una imagen que pocos reconocen", ha explicado. Y ha alertado al independentismo: "Los maximalismos abocan a los maxifracasos y estos generan maxifracturas. No se puede dar la espalda a la mitad de la población, sea como sea". Aunque ha reconocido que la campaña de las elecciones catalanas del próximo febrero "no es terreno sólido sobre el que edificar", ha recordado que el actual es un momento "clave", pues "en los próximos meses está en juego el futuro de una década y quizá de las próximas generaciones", con los fondos europeos en el horizonte. Pero "tras años de colapso", ha admitido que es "esperanzador escuchar palabras como cooperación, cogobernanza y cooperación mediterránea" y, a la espera de una reforma constitucional, ha abogado por un "federalismo práctico", pues "es la hora de los ingenieros de puentes y no de los técnicos de demolición".
En ese sentido, ha subrayado la importancia de la experiencia "positiva" de las conferencias de presidentes convocadas durante la pandemia, que han servido, por ejemplo, para "empatizar" y para que otros dirigentes autonómicos "vieran que el presidente de Cataluña no era un demonio, que podían coincidir con él y no pasa nada". Pero sí ha reclamado que esas conferencias presidenciales o las sectoriales deberían estar "reguladas" y no solo celebrarse cuando el Gobierno decida. "Tienen que tener una periodicidad, normativa, orden del día y secretariado, como en Alemania", ha planteado. Y ha finalizado pidiendo "audacia y coraje" a los políticos para cambiar la situación política y afrontar el conflicto territorial más allá de "identitarismos de confrontación", porque "no se trata de ganar una batalla contra nadie", sino "reinventar España". "Así no podemos continuar y así no vamos bien", ha sentenciado.