Hoy con Leleman venía pensando en… la actitud de Carlos Soler recién llegado de los Juegos Olímpicos. Se llama, compromiso.
Porque nada más llegó a Valencia dijo que estaba dispuesto a jugar el viernes si todo iba bien. Apenas sin descansar y recién llegado de la otra parte del mundo. Igualito que esos que utilizan las lesiones como excusa perfecta para borrarse cuando les da la gana. Nada que ver.
Y esas palabras, que perfectamente podrían haber sido pronunciadas por Gayá me reafirman en que ellos dos deben ser pilares fundamentales en la construcción del Valencia de Bordalás. Dos canteranos a los que se les inculcó el sentimiento valencianista desde bien pequeños y que entienden perfectamente el valor de vestir la camiseta del primer equipo, esa con la que soñaban hacerlo desde nanos. Ellos saben los sacrificios, el trabajo y el esfuerzo que han tenido que hacer para llegar a donde están hoy.
Por eso no me sorprende en Soler ese grado de compromiso con el Valencia. Recuerdo que no hace mucho dije que para todos era una suerte que Gayá fuera tan valencianista. Con Carlos pasa lo mismo. Es una suerte que un futbolista de su calidad anteponga ese sentimiento por su club por delante de sus propios intereses personales. Y eso, no sucede en todos los casos. Ojalá todos igual que Carlos.