Hoy con Leleman venia pensando en… los mensajes que a través de las redes sociales recibí al venia pensando de ayer en el que le pedía disculpas a Thierry Rendall.
Os prometo que me sorprendieron. Me sorprendieron y me hicieron reflexionar. No pretendo ni soy quien para dar lecciones de periodismo a nadie. Respeto mucho el trabajo de todos y creo que quien me conoce bien sabe que es así. Pero también creo que muchas veces nos cuesta horrores a los periodistas pedir perdón cuando nos equivocamos.
Como si fuéramos infalibles o estuviéramos siempre en posesión de la verdad, como si reconocer un error pudiera significar una pérdida de credibilidad difícil de recuperar, como si viviéramos un una atalaya de superioridad frente al resto. Pues no, no somos ni dioses ni sabios. Cometemos errores y cuando lo hacemos, lo justo es reconocerlo.
Porque no somos ni más ni menos que nadie por tener un micrófono al que hablar, una cámara de televisión que nos enfoque o un periódico en el que escribir. ¿Que a través de ellos creamos opinión? Sí. Y por eso deberíamos ser mucho más escrupulosos a la hora de emitir cualquier juicio de valor. Y si cuando lo hacemos nos equivocamos, lo justo es pedir disculpas de la misma forma en la que emitimos aquel juicio: públicamente. Y yo lo hice porque mi crítica irónica / mofa a thierry se ha demostrado con el tiempo que estaba fuera de lugar.
Y me sorprendieron vuestros mensajes porque no debería verse como algo raro y extraordinario que un periodista pida perdón por un error. Y si se ve es que algo estamos haciendo mal los periodistas. A mi me enseñaron, en casa y en el colegio, a ser humilde, a no creerme más que nadie por muy periodista o lo que sea que sea. Y quien me conoce bien sabe que ni 25 años de micrófono ni los que vengan van a cambiar jamás mis valores…