El Levante UD acude al mercado en las peores condiciones de la última década. Con una deuda millonaria y las arcas vacías, poco o nada se puede esperar más allá de alguna renovación como la de Blesa, Joan Femenías o Vezo que acaban contrato y que, en caso de no renovar, podrían salir para que el club hiciese caja con ellos.
Caso distinto de Postigo Capa, Álex Muñoz, Andrés Fernández o Rober Ibáñez, que, aunque finalizan contrato, tienen renovación automática en caso de cumplir objetivos. Es por ello que el director deportivo Felipe Miñambres (tentado de nuevo por el Celta para volver a Vigo), tendrá que manejar una de las ventanas más complicadas desde que llegó al club con una prioridad en caso de poder firmar algún futbolista: reforzar la línea defensiva.
El astorgano se enfrenta pues a la ventana de mercado más complicada desde que llegó a Valencia y además lo hace con la necesidad de que el equipo lucho por ascender. Pese a las ventas en verano por valor de 20 millones de euros y el nulo coste de los fichajes acometidos, el límite de coste de la plantilla deportiva se tasa en 4,7 millones de euros, frente a los 10 en los que se tasa la plantilla actual, lo que obliga a la salida de jugadores antes de que finalice la temporada.
La prioridad del club pasa por reforzar el eje de la zaga, pero todo ello dependerá de las salidas (si las hay), y de las posibles llegadas si la ingeniería financiera lo permite, y de momento no parece que va a ser así, de hecho la situación no permite ni inscribir a Campaña ni la vuelta de Morales, al menos en este mercado de invierno.
Pendientes de la Junta General Ordinaria para conocer el estado real de las cuentas, el día a día pone de manifiesto que para el club solo hay una premisa: reducir al máximo el gasto. Tanto es así, que proyectos para los que contaba con dinero del fondo CVC como el estadio (su última fase) o incluso la ciudad deportiva de Nazaret, se encuentran en un cajón, paralizados y sin fecha de ejecución porque ahora mismo la prioridad es otra.
Con esta tesitura, la previsión en cuanto a la llegada de futbolistas al Ciutat de València se reduce a la mínima expresión y todo se fía al rendimiento de los futbolistas del filial y a poder estar, si todo va bien, en puestos de playoff a final de temporada.