"Confirmo que David Rangel sigue vivo". La frase es de Hugo Duro en sus redes sociales acompañada de una foto de los compañeros de Superdeporte que se ha hecho viral en la que se ve a Gennaro Gattuso cara a cara con el delegado del equipo en un lance del partido del sábado ante el Girona. No cabe duda que el técnico italiano es de sangre caliente y eso gusta en Mestalla.
Casi 40.000 aficionados se dieron cita en el primer partido de liga ante un recién ascendido, el Girona, en pleno mes de agosto y con una temperatura asfixiante a la hora del partido. Más de 35.000 ya tienen su carnet de abonado. Ni la venta de Guedes ha frenado la ilusión de una afición que sigue siendo leal con su equipo. Y la llegada de Gattuso tiene parte de culpa.
Desde Italia afirmaban que Gattuso no es de esos entrenadores que dejan indiferente a nadie. Tiene carácter, el mismo que mostraba cuando lucía la camiseta del AC Milán. Y su discurso como entrenador, sincero y sin tapujos, conecta con la afición del Valencia. A Mestalla siempre le ha gustado el futbolista con garra y Gattuso es de esos entrenadores que levantan a la afición de sus asientos en los momentos complicados del partido.
Además de ello, el estilo que propone es del agrado de los valencianistas. Lejos de las quejas de otros entrenadores o del "se hace lo que se puede", Gattuso quiere que su equipo juegue la pelota. Muy distinto a lo que él hacía como futbolista. Eso tiene sus riesgos, claro está, pero a priori gusta. Y supo adaptarse a las circunstancias cuando el equipo se quedó con uno menos. Del estilo Gattuso se pasó al estilo Bordalásk, por necesidad. Y el Valencia supo adaptarse a su nuevo papel en el partido. El Girona apenas inquietó la meta de Mamardashvili aún con el Valencia jugando con uno menos.
Y dentro del vestuario ha caído bien. Es de esos entrenadores que se preocupa por los futbolistas, que los mima tratando de conseguir crear un grupo. Gran parte del éxito de Marcelino fue conseguir crear una "familia" en torno al vestuario. Ese es el deseo de Gennaro. Bien sabe el italiano que la fuerza del grupo es superior a la de cualquier individualidad. Si hay que sobreponerse a la marcha de Guedes, se hace. Si hay que sobreponerse a la expulsión de Comert, también se hace. Si consigue crear esa unión dentro del vestuario tendrá parte del camino recorrido.
La pasada temporada Bordalás perdió al vestuario después del encuentro ante el FC Barcelona. Su discurso del "no hay para competir, no hay para más" no gustó a los futbolistas hasta el punto de reunirse sin el técnico y tener que ir el capitán, Gayá, a decirle al alicantino que ese no era el camino. Solo llegar a la final de la Copa del Rey pegó las piezas rotas pero la fractura era más que evidente.
Muy distinto al discurso de Gattuso al acabar el encuentro tras el partido frente al Girona. Preguntado sobre el mercado dijo que "tras un partido no es correcto hablar del mercado. Yo cuando escuchaba a un entrenador como jugador no me gustaba que en rueda de prensa no hablara de lo que habíamos hecho en el campo. Tenemos que hablar hoy de Toni Lato, de Vázquez, de Mosquera...Yo entiendo que os gusta el mercado, pero tengo el deber de hablar de todo lo que hoy hemos hecho en el campo". Sin duda una manera de poner en valor lo que tiene por encima de lo que pueda venir.
A Gattuso se le ve feliz en Valencia. Ha sabido conectar con la afición y le gusta que Mestalla tenga esa sangre caliente que él mismo tiene y que en innumerables ocasiones ha demostrado en otros lugares. Luego, como siempre en el fútbol, la pelota y los resultados serán los que manden.