En ocasiones como las que ha vivido el Levante se suele decir que "el fútbol ha sido cruel con este equipo" pero en este caso no ha sido así, ha sido lógico. El fútbol ha castigado a un club cuya temporada ha sido desastrosa en casi todo, sellando como consecuencia un descenso que se vio abrochado con una goleada en el Bernabeu por un atronador 6 a 0, un sello que solo hace que reverberar en en una serie de decisiones que ha tenido este fin.
El momento más feliz como punto de inflexión
La semilla de lo que ayer se vivió en el momento se pito el final en el Bernabeu nace paradójicamente en uno de los mejores momentos de la historia del Levante UD, la posibilidad de entrar por primera vez en una final, la de la Copa del Rey, una prorroga y un gol de Berenguer dejaba a los granotas a los pies de la gloria y fue en ese momento en el que el Levante empezó su camino a segunda. Desde ahí el equipo de Paco López se echo a dormir, el de Silla, que ya estaba solo se vio aún más en soledad, la dirección deportiva de Manolo Salvador y David Navarro no confiaba en un entrenador que no era suyo, era de Tito, el innombrable y escudo de muchos para justificar errores de bulto en la configuración de todo. Paco López sabía que estaba solo y la inacción de su presidente, Quico Catalán lo hacía cómplice de esta situación. Paco no quería expresar esa soledad pero lo sabía, tan solo tenía el apoyo de sus jugadores, y estos se aprovecharon de esa situación y decidieron que la temporada había acabado, los ocho últimos partidos de la 20/21 brillaron por la ausencia de victorias, ni una sola, el equipo salvado y tranquilo.
Un verano de silencio
Llegó el verano, hacían falta caras nuevas y solo dos llegaron, dos que apenas han tenido peso en el juego de esta temporada, Franquesa y Soldado, Paco pedía pero obtenía el silencio por respuesta, de hecho la dirección deportiva no se puso en contacto con el de Silla durante todo el verano, algo que a todas luces es inconcebible cuando se prepara una nueva temporada, Quico tampoco solucionó esta anormalidad y llegó el arranque de la temporada, las mismas caras, los mismos problemas y casi la misma defensa desde que el equipo ya estuvo en segunda con Muñiz. Se empezaba tal y como se acabó, sin ganar y a las primeras que se pudo Quico Catalán confió en la palabra de Manolo Salvador y David Navarro, había que destituir a Paco López y así se hizo para darle el mando a un entrenador sin experiencia alguna como primer entrenador en primera ni en segunda, Javi Pereira que además llegó diez días tarde porque estaba en China y debía de pasar cuarentena, se perdía el tiempo en un parón para aclimatarse a la que iba a ser su plantilla. Llegó, bonitas palabras, una concentración a modo de pretemporada pero sin resultados y el 30 de noviembre llegó lo que parecía inevitable desde el principio, destitución.
Sin dirección deportiva
Una destitución que vino con regalo, los autores de la llegada de Javi Pereira como apuesta arriesgadísima se marcharían con él, Manolo Salvador, Davíd Navarro y Sancho, las cabezas visibles de la estructura deportiva cesaban en sus funciones. El Levante se quedaba sin estructura a las puertas del mercado invernal, Alessio Lisci se hacía cargo del equipo por "decisión de club" como Quico dijo tras aquella destitución que en sus formas fue surrealista. El italiano se hacia cargo de la plantilla de forma interina como así se recalcó, se intentó con Mendilibar o con Sergio González pero el no llegar a un acuerdo, una semana después el interino se convertía en entrenador lo que resta de temporada.
Los milagros son difíciles
Y a todo esto pasó el mes de enero sin dirección deportiva, decidía "el club", llego febrero y llegó Miñambres como nuevo cabeza visible de este proyecto deportivo, poco pudo hacer salvo traer a Saracchi que apenas ha jugado por lesión. Desde ahí ya se hablaba de luchar por el milagro, algo que no ha llegado, porque con todo esto, los milagros, a Lourdes.