Hoy venía pensando en… los bandos y las trincheras.
No es nada nuevo en el valencianismo. Desde que tengo uso de razón he vivido esa división. Desde los pro roig y anti Tuzón, los pro roig y anti Cortes, los pro Soler y los anti Soler, los pro Llorente y los anti Llorente, los pro Salvo y los anti Salvo. Somos muy dados en el valencianismo a poner etiquetas a todo el mundo sin pararnos a pensar en el daño que generamos provocando esa división. Nosotros los periodistas, los primeros.
Porque los hay que señalan. Son los primeros que se aferran a enarbolar una bandera en pro del primer encantador de serpientes que encuentran. Lo que dicen va a Misa y emprenden su cruzada personal contra los que piensan de manera diferente. Les encanta el barro, la guerra, la pelea porque sin ella no saben vivir. Buscan cualquier pequeño detalle por ínfimo que sea para atacar al que consideran su enemigo y están constantemente buscando la bronca para retroalimentarse. Son esos que se llenan la boca con la palabra independencia porque, según ellos, son los únicos independientes. Son portadores de la verdad y la luz, los únicos que no tienen intereses: todo lo hacen por el bien del Valencia.
Pues os digo una cosa. Llevo 28 años en esto y hay una cosa que nunca cambia: las guerras dentro del valencianismo son una constante que se mantiene en el tiempo y son muy perjudiciales. Hoy no me creo que pueda haber ni un solo pro Lim dentro del valencianismo, es imposible con los diez años de gestión, imposible. Pero aún así los hay empeñados en seguir creando bandos y trincheras porque no saben vivir de otra forma que creando, generando y fomentando la división. Y luego están los que incluso caen en el insulto.
A estos últimos, que en tuiter los hay y muchos, solo les digo una cosa. Me voy de vacaciones, hoy es mi último programa de la temporada así que buscad a otro estás dos próximas semanas en quien descargar vuestro odio…