Hoy venía pensando en… la cara de Rubén Baraja
Dicen que la cara es el espejo del alma. Y la de Rubén Baraja en las dos últimas ruedas de prensa, previa y post ante Osasuna, creo que reflejan el sentir del técnico. Al menos cada vez que le preguntan por el mercado. Sus silencios y su tratar de evitar ese tipo de preguntas también son el fiel reflejo de una situación que no solo le incomoda sino que además le preocupa. Y mucho.
Su discurso no ha variado. Que el Valencia necesita refuerzos lo ve hasta el más ciego del lugar. Con esta plantilla se llegará hasta donde se llegue pero tiene demasiadas carencias para toda una temporada. Puedes empezar bien, como ha sido el caso, pero la lógica te dice que con lo que tienes lo normal es que antes o después el equipo se te caiga. Lesiones, sanciones, malas rachas… ya pasó la temporada pasada después del parón del Mundial y eso que había mucha más plantilla.
Baraja no puede estar contento con lo que ha hecho el Valencia en este mercado. El equipo necesita si o si un nueve, un delantero y el club ha sido incapaz de cerrar ni uno solo. Baraja ve como el Granada, si el Granada, es capaz de pagar 8 millones de euros por Boyé, uno de sus deseos, y el Valencia después de todo el verano que si si o que si no, no ficha ni a Rafa Mir.
La realidad es que dijo aquello del Naranja, lo de cinco o seis fichajes, solo ha llegado Sergi Canós. Y todo después de pelear 250.000 euros por un futbolista cuyo único deseo era jugar si o si en el Valencia. Que si no llega a ser por eso… posiblemente hoy estaría en cualquier otro equipo.
No lo dirá públicamente para no generar incendios, tal vez esté esperando el milagro de los panes y los peces… pero a Baraja se le ve resignado ante una situación en la que él poco puede hacer. Bastante está haciendo ya con sacarle petróleo a lo que tiene…