Hoy venía pensando en… la Copa y algunas de las grandes hazañas que te deja.
Como la de ayer del Atzeneta. Un pueblo de 1.200 habitantes, un equipo de tercera federación y que fue capaz de tumbar a todo un histórico, un segunda división como es el Zaragoza. Y por si eso no fuera bastante, lo hizo remontando el gol inicial de los maños. Estoy seguro que para ellos ha valido la pena esperar un par de semanas. Puedo imaginar la felicidad que habrá supuesto para ese pequeño pueblo valenciano hacer una gesta como esa.
Es lo que tiene esta Copa. Para los modestos se puede convertir en un sueño y para los poderosos en una auténtica pesadilla. Los primeros tienen mucho que ganar y los segundos mucho que perder. Pero mola. Salvando las distancias puede que durante 90 minutos se lleguen a igualar las fuerzas. Es fútbol y poder jugarle de tú a tú a un poderoso seguro que es el sueño de todos esos futbolistas que al día siguiente volverán a su trabajo habitual. Y si consigues hacer feliz a todo un pueblo como el Atzeneta ya debe ser la bomba.
Llamadme romántico pero me gustaría que un día uno de esos equipos llegaran lo más lejos posible. ¿Os lo imagináis? Sería como reconciliarse con este deporte que en muchas ocasiones ha acabado por convertirse en puro negocio. Seguro que más de uno se llevaría las manos a la cabeza aludiendo a las audiencias y todas esas cosas. Son los que solo entienden el fútbol como negocio.
Así que sí, me mola la copa. Es esa competición donde los sueños de los más modestos llegan a convertirse en realidad, donde los humildes tienen su momento de gloria y donde el fútbol pasa a ser fútbol. Gracias Atzeneta por demostrarnos ayer que… sí se puede si se cree…
